Editorial

La avanzadilla de América Latina

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Del 16 al 19 de mayo, Puerto Rico ha acogido la 39ª Asamblea General Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), que ha supuesto algo más que un relevo en su liderazgo en las personas del arzobispo brasileño Jaime Spengler, como presidente, y del obispo peruano Lizardo Estrada, como secretario general. Este encuentro ha avalado la reforma impulsada durante estos cuatro años previos para dar forma a una estructura flexible, que permita que la plataforma esté al servicio de la misión y no a la inversa, como suele ocurrir en la Iglesia.



La hoja de ruta, marcada por la necesidad de acometer una conversión personal, pastoral y misionera, le está llevando a ser avanzadilla en la Iglesia universal. Y no solo por contar en Roma con el primer pontífice latinoamericano de la historia. Precisamente, el pastoreo de Francisco les podría haber generado un insano ansia reformador. No ha sido así.

A la vista está que, frente a la nostalgia preconciliar norteamericana, a los acelerones unilaterales germánicos y a una Europa envejecida no solo demográficamente, América Latina está aterrizando el viento del Espíritu a modo de brisa que refresca, alejada lo mismo de vendavales que de la calma chicha. Eso no le exime de sufrir vaivenes, propiciados por la propia inestabilidad política y social del continente.

Lejos de vivir de las rentas de las conferencias generales que han marcado su historia reciente, ya sea Puebla o Aparecida, el Episcopado latinoamericano no se ha quedado anclado, sino que ha sabido permanecer atento a los signos de los tiempos para revitalizar su encomienda de caminar delante, al lado y detrás de su pueblo.

Son múltiples las iniciativas que lo atestiguan, pero quizá sea la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA) la que más y mejor aglutine esta fidelidad creativa, pues aúna una teología a pie de calle para anunciar a Jesús sin aderezos, y una pastoral encarnada en los últimos y en el cuidado integral de la casa común. Y todo, empapado de una sinodalidad que se materializa en la participación de igual a igual, desde la diversidad de vocaciones y ministerios.

Referente conciliar

Y la CEAMA es una realidad porque el CELAM ejerce en todo momento de dinamo que transforma proyectos en acciones reales, de facilitador en lugar de obstáculo, para abrir y consolidar procesos en vez de ahogarlos. No es de extrañar que, en sus primeras palabras al frente del Consejo, Spengler subrayase que el proceso de reestructuración “no es negociable” y “no tiene vuelta atrás”. Que así sea y que sirva de referente a quienes todavía hoy acogen con timidez, incluso con reservas, que el sur y las periferias son ya el nuevo centro y motor de esta Iglesia conciliar, misionera, en salida.

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