Editorial

La entrevista de Francisco, toda una encíclica en formato periodístico

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papa Francisco abraza a una chica enferma

EDITORIAL VIDA NUEVA | Las declaraciones del papa Francisco a un grupo de revistas de la Compañía de Jesús saltaron a los teletipos la semana pasada y causaron una fuerte conmoción mediática en todo el mundo. El Papa hablaba de todo un poco y avanzaba, no solo opiniones personales, sino incluso algunas ideas que podrían estar en el horizonte de su pontificado.

No es baladí que lo haga a este conjunto de revistas, repartidas en todo el mundo, aunque en los días previos ya había respondido a otras preguntas del director de La Reppublica. En esta ocasión, la entrevista ha sido al director de la La Civiltà Cattolica, colaborador de Vida Nueva, Antonio Spadaro. Ya hay quien ha calificado este texto de “encíclica mediática”, y su trascendencia va más allá de lo doctrinal y más allá del orbe católico. En las respuestas se habla de muchos de los temas que hoy inquietan a la humanidad.

Y lo ha hecho a través de la Compañía de Jesús, reconociendo algunos errores del pasado y dando un paso más en la apuesta, el reconocimiento y el apoyo a los hijos de san Ignacio. Un gesto más del Papa, que quiere contar con ellos. Situados en las zonas de frontera para la evangelización, pueden ayudar a Francisco en la tarea que se ha propuesto de llegar a los últimos de entre los últimos. Y en esos márgenes, los jesuitas, como tantos otros religiosos, trabajan sin descanso y con radicalidad evangélica.

No tiene nada de malo que el Papa use los medios de comunicación y se adentre en ese planeta al que la Iglesia suele llegar tarde. Cada rotativo, en sus diversas ediciones, ha titulado como ha querido. Y está en su derecho, pero lo que nadie puede negar es que las palabras del Papa han sido las justas, no tergiversadas. Y han aportado un aire fresco a la imagen de una Iglesia en la que aún pervive mucho secretismo en la comunicación; un secretismo que fomenta el bulo.

La entrevista da a conocer a un Papa preocupado
más por dar un giro a la barca de Pedro,
un giro que la aleje de las costas, excesivamente eclesiales,
y que la lance a alta mar, en donde están los problemas.

No ha sentado bien en algunas esferas de la Iglesia, incluso en la misma Curia. Algunos creen que no es la forma, que la imagen del Papa ha de cuidarse más en estos ámbitos y que al sucesor de Pedro le corresponde esa distancia y lejanía que roza lo sagrado. No debiera, para algunos, meterse el Papa en estos barrizales. Ya Ratzinger escribió algún que otro libro-entrevista en donde habló con claridad, incluso de su renuncia. Son formas distintas, pero no hay que comparar.

Y, sin embargo, hay voces que consideran que el magisterio tiene su curso y que algunos de los temas que se abordan en las respuestas pueden dar paso a malos entendidos doctrinales. Pero el fondo de la entrevista da a conocer a un Papa preocupado más por dar un giro a la barca de Pedro, un giro que la aleje de las costas, excesivamente eclesiales, y que la lance a alta mar, en donde están los problemas, la gente sufriendo y un mundo que necesita de la ternura y de la misericordia.

Plantear dónde está la raíz de los problemas de la gente es un derecho que el propio Papa tiene. La doctrina está clara, pero detenerse excesivamente en ella puede dar la sensación de la Iglesia como un museo de doctrinas y no como un hogar de misericordia. Este podría ser el resumen de una entrevista que ha venido a dar un nuevo aire fresco a la vida de la Iglesia.

En el nº 2.864 de Vida Nueva. Del 28 de septiembre al 4 de octubre de 2013.

 

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