Editorial

El turismo, reto y oportunidad

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EDITORIAL VIDA NUEVA | Fieles a su cita veraniega, para quien pueda, llegan las vacaciones. Tiempo de asueto que no llega a las parroquias, que incluso tienen que intensificar la atención pastoral en las zonas costeras de mayor afluencia turística, porque la fe no se va de vacaciones. Lo piden los fieles que cambian de residencia en verano, y los que, llegando de lejos, quieren seguir celebrando su fe.

Pero también se está intensificando en lo últimos tiempos, y en línea con lo que se propone con la nueva evangelización, la dimensión evangelizadora y catequética del patrimonio cultural de la Iglesia, para acercarse a aquellos que están alejados.

De este modo, la Iglesia afronta cada verano, este también, un doble reto: encarnarse en los lugares más turísticos ofreciendo a los fieles que descansan la mejor atención pastoral, y proponer nuevos modos para que el mensaje de Jesús pueda llegar a aquellos que no habían puesto el oído.

Hay iniciativas que abordan una u otra cuestión, pero también que combinan ambas. Por ejemplo, en La Carihuela (Málaga) se celebra cada domingo una Eucaristía en el paseo marítimo en la que participan cerca de medio millar de personas, con el impacto que para el resto de la gente puede tener.

Catalonia Sacra es otra de las iniciativas, cuyos objetivos pasan por dar a conocer la naturaleza del patrimonio de las diócesis catalanas como resultado de una inculturación de la fe cristiana, y por contribuir al crecimiento de la dimensión creyente, entre otros. A estas concretas, se suman las numerosas eucaristías y confesiones en otros idiomas.

Se trata de que turistas,
habituales o no, sientan
la acogida de la comunidad cristiana
y que, en la medida de
sus posibilidades, se impliquen.

Y aunque se proponen nuevos proyectos y modos de hacer, todavía queda un largo camino por recorrer. Las oportunidades que nos ofrece el turismo para dar a conocer nuestra fe y lo que hacemos los católicos para proponer un modo de vida alternativo, son muchas.

Las fiestas patronales, la gran mayoría inspiradas en acontecimientos religiosos, son una buena oportunidad para que religión y sociedad se den la mano. Es el arte y la música un formato muy recurrente para mostrar la riqueza de la fe cristiana. En este sentido, debería haber colaboración y diálogo con las autoridades civiles.

Pero, sobre todo, de lo que se trata es de acompañar, de estar junto a aquellos que descansan; descansar con ellos, compartir el ocio, promover nuevas actividades…

Para ello será necesario que laicos comprometidos y formados dediquen tiempo a preparar y organizar, en colaboración con los pastores, las actividades, las de culto y las que no lo son. Se trata de que turistas, habituales o no, sientan la acogida de la comunidad cristiana y que, en la medida de sus posibilidades, se impliquen.

Y si bien la Iglesia no cierra por vacaciones, no es menos importante que los sacerdotes puedan disfrutar de algunos días de descanso, alejados de la labor pastoral diaria. Hay muchas soluciones para que puedan descansar mientras colaboran en otra parroquia, pero lo cierto es que son muchos los que apenas tienen unas cortas vacaciones.

Como en todo lo humano, la Iglesia también está cerca. En el turismo, se abren oportunidades y retos que se deben afrontar con valentía.

En el nº 2.811 de Vida Nueva. Del 28 de julio al 3 de agosto de 2012

 

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