Editorial

El regreso de los héroes

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Están asombrando al mundo. Algunos de ellos están allá en ese infierno creado por la tecnología en las estaciones nucleares, porque así lo ordenaron los jefes; otros lo hacen porque sienten que es su deber. Saben que la posibilidad de morir es alta, pero están allí. Han visto morir a algunos de sus compañeros y a otros los han visto salir en camillas, con quemaduras, pero permanecen allí. Saben que es muy débil la posibilidad de que puedan regresar a casa y ver de nuevo a sus familias, pero siguen ahí.

La prensa registra el hecho con un alegre asombro. Son la nota distinta en medio de la desolación que dejaron el terremoto y el tsunami. Al publicar la historia de los 50 operarios que se relevan para tratar de impedir la expansión de la radioactividad,  los medios de comunicación celebran un triunfo de los humanos en un escenario en el que todos y todo ha sido derrotado. La hija de uno de ellos dijo lo que todos sienten al verlos: “nunca me sentí tan orgullosa de él”.
Y se siente el gozo por el regreso de los héroes. Como los héroes míticos, pero sin el brillo del mito, estos operarios son personas para quienes ni el miedo, ni el cansancio, ni la incertidumbre son obstáculos en su empeño por servir. Están en contravía de la prudencia, del cálculo, del interés egoísta o de las ambiciones corrientes y legítimas. Los animan ideales que parecían en desuso, como el de exponer la vida para que otras personas vivan, o el de afrontar el miedo para que otros estén seguros. Están ahí por su sentido del deber, aseguran sus compañeros. Y hablando de su padre, afirma una muchacha: “él arriesga su vida para salvar la reputación de la empresa y de la energía nuclear”.
En sus momentos de mayor lucidez la sociedad descubre que una visión profunda  de la vida es la que garantiza su supervivencia y su progreso y que  la humanidad no desespera porque hombres como estos operarios le conservan la fe en las posibilidades del hombre. Es el papel que siempre han cumplido los héroes, sin ellos la humanidad habría perdido su vocación más alta. Todo esto es lo que se presiente en el entusiasmo con que la prensa del mundo ha registrado la acción heroica de los cincuenta. VNC