Editorial

El perfil de los santos

Compartir

Desde que se inscribieron los nombres de los primeros santos, proclamados públicamente por la muchedumbre de los fieles, comenzó esa ambiciosa operación pedagógica de la Iglesia: crear en la comunidad cristiana una conciencia clara del perfil del ser humano que la fe es capaz de construir.

La humanidad secular  había encontrado esos ejemplares en los guerreros,  en los héroes o en los científicos; casi nunca entre los reyes o entre los políticos; la Iglesia señaló el ideal de la perfección humana en los santos.

Cada santo reúne en sí ese ideal colectivo que inspira a los creyentes y cuyos ejemplares busca la Iglesia a través de la Congregación para las causas de los santos. La beatificación de Juan Pablo II, esperada desde el día mismo de su funeral, hace recordar esas  aclamaciones de los primeros siglos del cristianismo. Algo parecido había sucedido con la Madre Teresa, ella también santa por aclamación en un siglo en el que convencen más que otros argumentos, las audacias de la caridad. La imagen de Juan Pablo II, ampliamente difundida por los medios de comunicación, ha sido para vastos sectores de la cristiandad un ejemplar logro de la vida de la fe. Y como sucedió con la madre Teresa hay quienes manifiestan su desacuerdo con este modelo;  según ellos,  un santo no transige con escándalos como el del padre Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo, acusado de pederastia. También gritan su desacuerdo los que recuerdan y rechazan la posición política del Papa contra el comunismo. Son los mismos que condenan la canonización de fray Ezequiel Moreno, por su lucha enconada contra el liberalismo.

Las voces que claman a favor de la canonización de un santo o las de los que lo rechazan, forman parte de esa búsqueda común que siglo tras siglo mantienen los creyentes del perfil ideal del santo. Así sucedió ayer y seguirá ocurriendo por los siglos de los siglos porque una sociedad como la nuestra necesita santos igual que una ciudad azotada por la peste necesita médicos.