Editorial

El guardián del tesoro

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la vez que una fiesta, la familia es un tesoro del que la sociedad no puede prescindir; esta es una de las ideas que quedan subrayadas cuando concluye la lectura de las 270 páginas de la exhortación apostólica Amoris laetitia del papa Francisco.

Es un documento en contravía de una cultura individualista y de disfrute, hostil a la vida; pero no resuenan en estas páginas los clarines de la apologética, ni el acento autoritario de quien impone normas, ni los gruñidos de quien anatematiza.

Es una mirada serena y alegre sobre el matrimonio y la familia, enmarcada en el turbulento escenario de una humanidad en crisis, en que emergen los problemas y dramas de las familias de hoy. Las soluciones, sin embargo, no aparecen en macizas citas magisteriales, ni en la reiteración de frías normas canónicas o morales. El documento conserva la calidez y sencillez de las catequesis del Papa, cuya voz resuena como la de un abuelo empeñado en salvar, a toda costa, un matrimonio en riesgo.

Ya desde la introducción Francisco apunta que su propósito es formar conciencias, no sustituirlas (AG 37); con lo que descarta la vieja tendencia de pastores que regañan y amenazan en vez de hablar a las conciencias.

Su voz resuena como la del abuelo empeñado en salvar un matrimonio en crisis

Otra corrección de lenguaje: Francisco se aleja de las categorías jurídicas y canónicas y del peligro de idealización del matrimonio, presentado desde los púlpitos con la retórica comparación con el amor de Cristo por la Iglesia. Este es un documento para matrimonios y familias de hoy que sortean, como pueden, las crisis de la vida en el siglo XXI. Realista y misericordioso, el Papa afirma: las situaciones irregulares de los matrimonios no necesariamente han de mirarse como pecados graves. Hoy, frente a innumerables dilemas, la conciencia personal no puede ser sustituida por los tratados de moral ni el sacerdote puede actuar como agente de la gracia, sino como su facilitador.

Para Francisco es claro que al mundo de hoy lo salva cuanto lo acerque a las fuentes del amor. La omnipresencia destructora del odio, o de la indiferencia frente al otro, revela el aspecto más siniestro de la civilización; por eso el documento señala como respuesta a todo eso la familia, apoyada en su gran fortaleza: su capacidad de amar y de enseñar el amor (AG. 53). Y entona, con fuerza expresiva, el himno de san Pablo a la caridad, para demostrar todas las posibilidades del amor (AG 58).

La familia cristiana, agregará más adelante, es el santuario de la vida donde se contrarresta la mentalidad hostil a la vida del mundo de hoy. Al citar a Pablo VI en la Humanae Vitae y plantear el tema de la planificación familiar (AG 222) exalta la función que hoy cumple la familia dentro de la problemática sociedad actual.

Uno de esos problemas, en parte por confusión, en parte por truco publicitario de una campaña, es la pretendida analogía entre la unión homosexual y el matrimonio: no pueden equipararse, afirma (AG 52) para agregar, más adelante, el rechazo a las presiones que reciben los países pobres a través de la ayuda financiera internacional, para que incluyan su apoyo legal a la unión homosexual.

Invoca, Francisco, la experiencia pastoral de los sacerdotes casados de la tradición oriental (AG 202) y la necesidad de que la formación de los seminaristas se haga en la familia y en las parroquias (AG 203), al mismo tiempo que pide la incorporación de agentes laicos a la pastoral familiar (AG 204).Su preocupación es que se reemplace la formación basada en teorías y normas por la enseñanza de la vida, al más puro ejemplo de la formación en el Evangelio.

Constituido en guardián del tesoro de la familia, como ayer fue en Laudato si el guardián de la Creación, el Papa ha entregado unas propuestas y una motivación para defender un tesoro que no puede desaparecer ni debilitarse. La civilización humana no podría entenderse ni sobrevivir sin la familia.