EDITORIAL VIDA NUEVA | Se cumplen estos días 50 años del asesinato de John F. Kennedy, el primero y único presidente católico de los Estados Unidos. Su breve mandato, sin embargo, no impide reconocer –como apunta el Pliego– un legado que hoy sigue vivo entre la confesión más numerosa del país.
Medio siglo después, JFK es fuente de inspiración para la clase política, llamada a derribar fronteras, y para la Iglesia norteamericana, cuyo compromiso con los más desfavorecidos reivindica también el testimonio de quien luchó, hasta que le dejaron, contra la exclusión que generan las sociedades de éxito como la suya.
Que la Casa Blanca no se olvide de esas “periferias” de las que habla el papa Francisco sería el mejor homenaje que podrían rendirle ahora sus compatriotas.
En el nº 2.872 de Vida Nueva. Del 23 al 29 de noviembre de 2013.
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