Editorial

¿El adiós a Dios?

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La Alianza Francesa, la Universidad Javeriana y el Banco de la República se unieron para patrocinar las conferencias del filósofo francés Stephan Vinolo, que habló al público bogotano sobre Dios.

No asistieron con mantillas y camándulas las feligresas habituales de las parroquias porque ellas no necesitan que les hablen de Dios; ellas le hablan a Dios. El auditorio estuvo compuesto en su mayor parte por intelectuales: estudiantes y profesores universitarios y gente dedicada al trabajo del pensamiento, no necesariamente creyentes, pero sí interesados en saber cuál es el lugar que Dios tiene en la sociedad de hoy.
El silencio social sobre Dios deja la impresión de que la sociedad le ha dicho adiós a Dios. Como dijo Vinolo “salvo que uno trabaje en teología, nunca se va a encontrar con Dios”. La excepción la ponen los políticos que encuentran rentable en términos de votos y de opinión pública, la invocación pública de Dios de dientes para afuera. Pero, pregunta el filósofo: “¿qué tanto es eso todavía, Dios?”
Hoy la opción corriente es la del Dios creado por la razón, que el ateo rechaza en nombre de la misma razón; o el Dios que excede todo razonamiento y que aparece en el interior de todo humano capaz de amar. O sea el regreso a un antiguo concepto de Dios, que es el que está desapareciendo. La otra opción es el encuentro de esa presencia que se reaviva cuando el amor aparece, no importa el lugar, la circunstancia o la persona.
El teólogo español J.M. Castillo habla de un Dios peligroso por “la violencia de lo religioso sentido como amenaza, culpa, prohibición, renuncia o castigo, sentimientos que rompen la conciencia de la propia dignidad. Es quizás la forma de violencia más refinada”.
A ese Dios peligroso opone Castillo el que Kant encontró al cabo de sus razonamientos. Entonces dijo: “debí abandonar el saber a fin de hacer lugar para la fe”. Cuando dejó a un lado la linterna de la razón y se cambió hacia la luz de sol de la fe, vio claro lo que Castillo llama “el centro del cristianismo no es Dios sino Jesús y que solo en lo humano podemos encontrar a Dios y donde podemos relacionarnos con Dios”. “El concepto ha cambiado de forma total y definitiva”, reflexionaba en Bogotá el filósofo francés, “ya es imposible regresar al antiguo concepto de Dios. Si Dios existe o no, ya no es lo central. Lo importante es que cualquiera puede sentir esa fuerza misteriosa y universal del amor, así no hablemos de Dios. Lo que pasa es que cierta cultura decidió llamar a ese sentimiento, Dios”. Así es imposible decirle adiós, porque va con cada uno. VNC