Editorial

Una encíclica oportuna y valiente

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Publicado en el nº 2.668 de Vida Nueva (del 11 al 17 de julio de 2009).

La encíclica Caritas in veritate, dada a conocer el pasado 7 de julio, es una voz clara y nítida ante la actual situación mundial. Es un análisis de urgencia lo que acercamos en este número de Vida Nueva. Tiempo habrá de un estudio más detallado y contextualizado. Pero una lectura rápida sí deja ya la sensación de tratarse de un texto que no dejará indiferente a nadie. Sus propuestas y denuncias de los aspectos negativos de la globalización vienen a ofrecer la cara lúcida, comprometida y siempre profética de la Iglesia del Señor. La Iglesia tiene su voz y la hace oír en forma de denuncia y propuesta. Ése es el primer dato que hay que destacar: el Papa hace un servicio a la verdad con su texto, que ha sido redactado a lo largo de casi dos años, y que ha sido revisado a la luz de la crisis que asola al planeta en estos últimos meses, agudizando aún más la estructural que padecen en otros muchos rincones de la tierra. 

El contexto histórico es el “hoy” de un mundo globalizado en crisis, pero también es la respuesta que la Iglesia viene dando desde la Doctrina Social, la cual, con esta carta, se verá enriquecida de forma destacable. Debe, pues, ser leída y entendida dentro del actual marco mundial, donde existen evidentes problemas de índole social, económica y política. Si bien retoma principios consolidados en el magisterio eclesial, es claro que los mismos son actualizados para responder mejor a las expectativas de los problemas de nuestros días. Problemas como el de una colosal crisis financiera que ha puesto en peligro la economía mundial; problemas de migraciones, forzadas por diversos motivos; problemas de movilidad social en los países donde las perspectivas de superación son cada vez menores, lo mismo que las oportunidades de surgir; problemas de estabilidad política en muchos de nuestros países, especialmente en América Latina y el Caribe, pero también en África y otros continentes, no pueden ser dejados de lado a la hora de recibir esta nueva encíclica que el magisterio pontificio de Benedicto XVI ofrece a sus fieles, y a los hombres de buena voluntad, para que la humanidad camine por el sendero de la superación y el desarrollo. 

Hay en sus paginas un recuerdo especial a la Populorum Progressio, de Pablo VI, publicada en marzo de 1967, y que fue dedicada a la cooperación entre los pueblos y al problema de los llamados en ese momento países en vías de desarrollo. Las intuiciones de aquel Papa siguen, pues, estando muy presentes. 

Una encíclica oportuna y testimonial. Con ella, la Iglesia recupera el pulso moral con el que debe presentarse ante el mundo en momentos especialmente delicados en los que la crisis va más allá de lo financiero y lo económico y se instala en la conciencia misma de la Humanidad. La Doctrina Social de la Iglesia propone un nuevo modelo basado en los valores humanos y evangélicos que saquen de este laberinto al mundo. Con esta carta, el Papa afina, define, propone, alienta, socorre y, sobre todo, ilumina a quienes tienen en sus manos los destinos de los países, para que la justicia y la verdad sean los grandes ventanales por donde se refresque el mundo.