Editorial

Nervio vocacional en América Latina

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Publicado en el nº 2.658 de Vida Nueva (del 2 al 8 de mayo de 2009).

La Pastoral Vocacional ocupa y preocupa a las Iglesias de América Latina y El Caribe. Su incidencia en las comunidades cristianas es distinta de la que tiene en los países de la Vieja Europa. No hay que olvidar que en estas naciones, la población juvenil y las ofertas de futuro laboral son bien distintas y que los criterios que desde aquí pueda haber difieren mucho a la hora de juzgar la situación vocacional en aquel continente. 

La Conferencia del CELAM en Aparecida, en mayo de 2007, puso de relieve la necesidad de una actitud permanente de misión en el cristiano, y una pregunta está en la base del trabajo que hoy publica Vida Nueva: ¿Qué camino se presenta en América Latina en el campo vocacional? La conversión pastoral a la que llamó el Documento de Aparecida, así como la misión continental puesta en marcha, tiene que tener muy en cuenta un proyecto que ayude a fortalecer el proceso vocacional en el continente, un tema que los responsables vocacionales de los episcopados estudiarán en Costa Rica en 2011. Para ese trabajo se está elaborando un documento base y, para finales de este semestre, se prepara ya un estudio que será remitido para un trabajo más amplio en las conferencias episcopales, con el objetivo único y último de robustecer la Pastoral Vocacional, que ya la hay, pero que en muchos casos está débil y no responde al perfil de los hombres y mujeres que hoy viven en esas latitudes.

El dinamismo eclesial y la creatividad de estas Iglesias, que suponen el 43% de los miembros de la Iglesia católica, es algo que no debe perderse de vista. La cantidad de vocaciones al sacerdocio o a la vida consagrada no ha corrido paralela al crecimiento poblacional en estas últimas décadas. Es bien cierto que no es la cantidad lo que ha de preocupar, sino la calidad, pero tampoco debemos olvidar que ambos criterios de calidad y cantidad deben de ir parejos, sin abandonar ni el uno ni el otro. 

Hay un problema de base que puede, incluso, llegar a replantear cambios en cuanto a la disciplina del celibato sacerdotal y al ministerio consagrado. El insuficiente número de sacerdotes y su no equitativa distribución, imposibilitan que muchas comunidades puedan participar regularmente en la Eucaristía. Recordando que la “Eucaristía hace a la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía”, como muy bien expuso el Vaticano II, a los obispos reunidos en Aparecida les preocupaba la situación de miles de comunidades privadas de la misa dominical durante largos periodos de tiempo. A esto se añade la escasez de clero por la crisis vocacional en el Viejo Continente, que ha hecho que decrezca el número de misioneros. Curiosamente, hay algunas congregaciones que envían a Europa, despoblada de clero en muchos lugares, a hombres y mujeres consagrados. No basta el análisis cuantitativo. Al hablar de Pastoral Vocacional surge la figura del laico consagrado a la misión y vuelve la posibilidad de que puedan ejercer el ministerio consagrado algunos laicos, viri probati o sacerdotes secularizados. A nuevos planteamientos, nuevas soluciones. Desde aquella realidad, se puede iluminar ésta.