Editorial

Consagrados en la brecha evangelizadora

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Publicado en el nº 2.657 de Vida Nueva (del 25 de abril al 1 de mayo de 2009).

Ya es habitual la celebración de la Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada durante los días que siguen a la Pascua. No es fácil convocar a más de 700 religiosas y religiosos para reflexionar juntos sobre su identidad y misión en la vida de la Iglesia y en el mundo. Quienes guían esas comunidades religiosas en España han estado estos días escribiendo y recibiendo la carta de san Pablo a los Gálatas y aplicándola a la Vida Consagrada, tema elegido con motivo del presente Año Paulino. Convocados por el Instituto Teológico de Vida Religiosa, esta Semana es uno de los encuentros más significativos de los consagrados en nuestro país.

Han sido muy variadas las conclusiones a las que han llegado los reunidos. La diversidad no es manifestación de discrepancia o disenso. La Vida Consagrada en España está centrada. Consciente, como nunca, de las limitaciones que vive, pero esperanzada, también como nunca, en una misión apasionante que se abre al diálogo sin miedos a la diversidad, a la responsabilidad en el testimonio y la referencia, apertura más explícita a los excluidos, atención a la inmigración y cooperación con la Iglesia local. Han sido éstos algunos de los temas abordados. No han querido negar la evidencia de la realidad, pero han buscado alentarse mutuamente en la tarea de la comunión y la misión.

La referencia paulina en este año jubilar no ha faltado. La Semana superó tentaciones de antaño de crear palabras para dejar un hueco a la Palabra de Dios, que es, en definitiva, el referente y la causa. En ella encuentra respaldo este numeroso grupo de mujeres y hombres que creen en la necesidad de ofrecer evangelio a todos y en todos los lugares. La libertad en la carta a los Gálatas y diversos temas relacionados con la teología paulina han venido a alentar en esta semana pascual a los religiosos, que siguen buscando en medio de nuestra sociedad el momento oportuno para que la palabra profética resuene en medio del mundo y de la Iglesia. Preocupación y esperanza ilusionada han sido las palabras más repetidas en las jornadas.

Un esfuerzo conjunto para una mayor integración en las iglesias locales, así como un mayor deseo de escucha de los religiosos en las diócesis, estuvieron presentes entre las preocupaciones de los asistentes. Las palabras del nuncio Monteiro, así como las de los obispos asistentes, Sánchez Monge y Sanz Montes, no pudieron ser más claras: hay una unión explícita más allá de la foto. Los responsables de esta Semana saben que ejercen un liderazgo real en la vida consagrada española. Y la jerarquía cuenta con ellos. Buena noticia para nuestra Iglesia. Regular para los agoreros que tienden a buscar “malas noticias”.

Esta Semana, y otras muchas iniciativas que surgen en el seno de las congregaciones religiosas, son ocasiones para detenerse y reflexionar de cara a la unidad necesaria en orden a seguir evangelizando el mundo. Refrescar el don recibido y manifestar en el testimonio la esencia de la Vida Consagrada es una importante tarea que el mundo pide y necesita de los consagrados hoy.