Editorial

Una nueva misión, aquí y ahora

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Publicado en el nº 2.651 de Vida Nueva (del 7 al 13 de marzo de 2009).

La misión ha ocupado el interés de los obispos de la Comisión Episcopal de Misiones en los últimos años. Como resultado del mismo, se acaba de presentar la Instrucción Pastoral Actualidad de la misión ad gentes en España, texto aprobado en la Plenaria de noviembre, y prueba evidente de que el tema, de gran actualidad en nuestra Iglesia, necesitaba de una seria reflexión. Es verdad que la Iglesia española no se había pronunciado sobre la realidad misionera de forma conjunta desde finales de los setenta con un documento de este calado, y ya se venía haciendo necesario, toda vez que han cambiado, y mucho, las condiciones en las que se realiza la misión. Ahora, con este documento, se adentra, con acentos y urgencias nuevas, en la importancia de la misión en la vida de nuestras comunidades, invitándonos a un nuevo impulso en el anuncio del Evangelio. 

Hay una realidad previa que no se puede negar: la importancia histórica de España en el ámbito de las misiones. Han sido -y son- muchos los hombres y mujeres repartidos por el mundo en los campos de la misión. Sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos continúan la tarea evangelizadora de la Iglesia y la tradición misionera española que tantos frutos ha dado. Esta presencia, con más luces que sombras, se ha manifestado en muchos ámbitos de la vida social, política, económica y religiosa. El misionero ha predicado el Evangelio como la Buena Noticia y ha ofrecido, previamente, el apoyo decidido a una vida más digna en medio de condiciones humanas injustas. La predicación de la Palabra de Dios y la lucha por la justicia han ido al unísono. El martirio de no pocos ha venido a refrendar esta incuestionable tarea evangelizadora.

En España, ese apoyo a la misión continúa en el seno de la CEE, en los diversos organismos que emanan de ella, así como en otras iniciativas como las Obras Misionales Pontificias y los diversos planes misioneros de las congregaciones religiosas, sin olvidar los esfuerzos misioneros de muchas diócesis que, aún con dificultades de clero, no escatiman para la tarea misionera. 

Es digna de destacar, en este sentido, la tarea del Instituto Español de Misiones Extranjeras, amén de otras actuaciones, como las tradicionales Semanas de Misionología de Burgos. España tiene conciencia de la importancia misionera y ha dado, y sigue dando, testimonio de la misma.

Pero hay algo que no podemos olvidar en el momento actual, y que esta Instrucción Pastoral se encarga de recalcar: la enorme importancia de la misión dentro de nuestras propias fronteras, encarnada en nuestra realidad española, haciéndose presente en una sociedad en la que ya no hay que suponer la fe en muchos lugares y ambientes, y en donde cada vez es más necesario un proceso de iniciación cristiana en medio de un mundo que parece prescindir de Dios. España es también tierra de misión, como se decía de Francia hace unos años. Por eso, los procesos de catequesis y de predicación de la fe tienen que arrancar de cero en muchos momentos para poder crear comunidades adultas. Hace falta una aplicación de los criterios misionales a nuestro país, un país llamado a reevangelizar.