Editorial

Religiosos caminando en la comunión

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Publicado en el nº 2.646 de Vida Nueva (del 31 de enero al 5 de febrero de 2009).

Celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada con el lema Si tu vida es Cristo, manifiéstalo. La ocasión brinda, una vez más, la oportunidad de reflexionar sobre su papel en sus más variadas formas dentro de la vida de la Iglesia. Este año se levanta en el horizonte la figura de Pablo. El obispo responsable de la Comisión Episcopal, Jesús Sanz, lo dice de forma expresa en su mensaje para esta jornada del 2 de febrero: “Pablo no fundó ninguna congregación de vida consagrada, pero fue sembrando la Palabra de Dios en toda aquella inmensa tierra que sus pies viajeros pisaron. Y surgieron comunidades cristianas a las que se dirigía con la espada de su voz y el ardor del misionero que llevaba dentro (…). Indómito en su vivencia de Cristo, es en este año jubilar un referente para la vida consagrada en todas sus formas. En esta jornada dedicada precisamente a la Vida Consagrada, encontramos en San Pablo ese perfil de alguien que ha volcado su tiempo, sus espacios, su amor y su vida entera al Señor”. Oportunas palabras para incentivar la dimensión apostólica de quienes, desde la vida consagrada, trabajan en la Iglesia. El prelado insiste en esa dimensión eclesial, fundamental hoy: “Una armonía complementaria que aparece en Pablo entre su ‘yo’ personal y el ‘nosotros’ eclesial, es todo un itinerario que permite vivir los carismas desde la comunión entre ellos, y la comunión con la Iglesia como tal”.

Ardor evangelizador, espíritu eclesial y  enriquecimiento de la comunión desde los propios carismas de cada congregación. Todo ello son los ingredientes necesarios para que la vida consagrada sea valorada por sí misma y cumpla su misión en la Iglesia y en el mundo.

La Iglesia entera celebra esta jornada. No son sólo los religiosos y religiosas los que la conmemoran unilateralmente. Es toda la Iglesia la que festeja esta gozosa realidad que, como otras muchas realidades, atraviesa por momentos difíciles en el campo vocacional, pero que cada día trabaja con mayor valentía en las fronteras de la pobreza, la educación, la sanidad, la acogida, las misiones, etc. La Iglesia entera se alegra de que estos carismas la enriquezcan y sirvan de semilla evangelizadora, como la de Pablo.

Nuestra revista comienza hoy una nueva sección: Encuentros en Vida Nueva. Se trata de una apuesta informativa por el diálogo y el encuentro, ofreciendo siempre la vía propositiva que nuestra línea editorial pide y que estamos seguros ayudará a caminar hacia delante. Y ha querido inaugurar la sección con un diálogo fructífero entre un obispo y un religioso porque entendemos que, en el caminar juntos, la Iglesia gana mucho, pues no es la vida consagrada un apéndice de la Iglesia, sino que trabaja en el propio corazón eclesial. Por ello es la Iglesia entera la que celebra esta jornada agradeciendo la labor de los religiosos y religiosas que, como dicen los protagonistas de este primer encuentro, son abrazados en la gran comunión eclesial a la que sirven con voz profética y nueva. Dos pies de un mismo cuerpo, como acertadamente viene a expresar nuestra portada, homenaje a los pasos evangelizadores de todos.