Editorial

Por un catecumenado adulto y maduro

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Publicado en el nº 2.644 de Vida Nueva (del 17 al 23 de enero de 2009).

A la Iglesia le sigue ocupando mucho tiempo de su esfuerzo evangelizador una pastoral de mantenimiento que se ha perpetuado en muchas parroquias y comunidades cristianas. Con cierto temor al abandono de fieles, con poca imaginación pastoral, con fuertes embestidas de un laicismo a veces de corte decimonónico, con escasez de clero y colaboradores, baja formación del laicado, en muchos lugares no se acierta a dar en la clave para que las comunidades cristianas, parroquiales o no, crezcan de forma robusta dando razón de su fe a quienes se la pidieren. Es un retrato pesimista pero real, aunque no oculta los esfuerzos de muchos pastores y agentes evangelizadores por lo que se denomina la imaginación puesta al servicio de la pastoral eclesial. En muchas comunidades cristianas se experimentan el desafío, la búsqueda de nuevas formas, la evangelización en sus más diversos caminos, especialmente con los alejados, la práctica sacramental, la socialización de ciertos sacramentos como el Bautismo, el Matrimonio y la primera Eucaristía… Todo ello plantea serios retos a una Iglesia inserta en una sociedad que cada vez aparece como más religiosa pero menos cristiana. Jornadas de estudio, encuentros de catequistas, sínodos diocesanos, etc., son esfuerzos para salir de cierta atonía que ha adormecido muchos procesos catequéticos en nuestras iglesias.

El lugar en donde se experimenta con más claridad esta situación es en los sacramentos de la iniciación cristiana. Es cada vez más frecuente que los más pequeños sean bautizados en la fe de la Iglesia. Llevados a bautizar por padres que no creen y por padrinos que no se han planteado su responsabilidad, en muchos casos, la Iglesia se ve entre la espada y la pared, entre negar el bautismo o disponer un catecumenado más serio. 

Las puertas de la Iglesia permanecen abiertas a muchas nuevas realidades sociológicas que plantean retos importantes a los sacramentos de la iniciación cristiana. Urge un planteamiento serio en la Iglesia que ya trabaja para la puesta en marcha de un proceso catecumenal de adultos que confirme en la fe a muchos cristianos con fe sociológica, pero que, al encontrarse personalmente con Jesús, experimentan un cambio en sus vidas y traducen en una mayor participación eclesial su compromiso. Ciertos movimientos o nuevas realidades eclesiales han tomado este camino iniciático catecumenal.

Sea de ello lo que fuere, lo importante es ver la necesidad de una iniciación cristiana seria, lo que muchos dicen “reiniciar el ordenador”, teniendo en cuenta las condiciones socio-religiosas de nuestras comunidades, las exigencias de la fe que ha de vivirse en comunidad y el compromiso sustentado en una formación laical cada vez más profunda. 

En esta segunda entrega de nuestro Pliego, el profesor Jesús Sastre ofrece soluciones, criterios, pistas y reflexiones para abordar un tema tan importante como urgente: el de la iniciación en la fe de tantos adultos que redescubren su experiencia con Jesucristo y empiezan un camino de profundización en la fe. Es un reto importante que hará más maduras a las comunidades cristianas y hará, también, madurar el seguimiento de Jesús.