Editorial

Construir la paz

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Es difícil entender por qué tantas cosas se hacen mal cuando, con no mucho esfuerzo, se pueden hacer bien y, encima, evitar las posteriores reparaciones que implica un error o algo mal realizado. Si llevamos esta premisa a ámbitos más universales, podemos intuir que vivir en paz es sencillo, al menos, es el deseo de todo ser humano, porque a nadie le gusta vivir en la intranquilidad constante y en la enemistad permanente. Por eso, nunca son razonables las explicaciones que intentan ayudar a comprender por qué en todo el mundo existe tanta violencia, tanta muerte, tanta guerra. Pero en Asís, el papa Francisco definió con claridad bergogliana, en una palabra, el motivo que genera la falta de paz: indiferencia.

Si se piensa y se reflexiona, la indiferencia causa muchos males. Sino, miremos en el A fondo de esta edición la encrucijada política, social y económica que atraviesa Chile, porque el poder de los pocos ricos (no necesariamente riqueza económica) es tan grande que el desprecio por los otros (los trabajadores, los estudiantes, los jubilados, las familias) se agudiza cada vez más, haciendo peligrar la amistad social.

 

Nunca son razonables las explicaciones que intentan
ayudar a comprender por qué en todo el mundo existe la guerra

Sin embargo, no todo está perdido, y ante la desdicha y el disgusto, se pueden ver signos de diálogo, de respeto y de reconocimiento al otro que entusiasman. Por mencionar algún caso de los que tratamos en esta edición de Vida Nueva, que las comunidades eclesiales en Paraguay hayan denunciado la opresión de manera pacífica, eso es un grano de arena en la construcción de la paz. Que se haya inaugurado la Huerta Don Bosco para que niños y jóvenes sin recursos ni oportunidades puedan trabajar, esto también es un grano de arena en la construcción de la paz. Que todavía haya ermitaños que dedican su vida a cultivar la tierra y a orar, es igualmente un grano de arena en la construcción de la paz. Que en Cartagena, Juan Manuel Santos y Timochenko hayan firmado un acuerdo de paz, es un gran cubo de arena en la construcción de la paz.

Por eso, pensar un instante, orar a Dios unos momentos, sentir que cada persona es parte de la raza humana universal a la que pertenecemos todos, seguramente ayude a hacer bien las cosas de todos los días y a fomentar la vida en paz. Porque la paz es un bien preciado que entre todos tenemos que construir.