Editorial

Cinep: 40 años de búsqueda

Compartir

Siguiendo la historia que hoy publicamos, de los 40 años del Centro de Investigaciones y Educación Popular (CINEP), encontramos un extenso y fecundo proceso de búsqueda.

Estar en búsqueda supone el humilde reconocimiento de que aún no se ha llegado, de que hay respuestas y conocimientos que aún no se tienen; de que la verdad de hoy es provisional; de que aún restan trabajos para hacer y estructuras para construir. Y esto es lo que aparece como hilo conductor en la historia de una institución motivada por el pensamiento cristiano del hombre y de su dignidad, que ha tenido como escenario el agitado final del siglo XX y las complejidades del siglo naciente, dos períodos estremecidos por toda clase de turbulencias.

En esas condiciones CIAS -que fue su primer nombre- comenzó una búsqueda y esta no ha cesado. En los comienzos enfrentó el dilema: o la pasividad de los que ante la magnitud y complejidad de los problemas deciden no actuar para no correr riesgos o la impaciencia de quienes resuelven actuar con la voluntad de hacer borrón y cuenta nueva en la sociedad y en la historia. CINEP, superados los primeros impulsos, optó por el camino reflexivo del medio, o sea, la acción fundada en el estudio y análisis de la realidad.

De ese conocimiento de las realidades sociales surgió otra evidencia: puesto que estaban en juego los derechos y la dignidad de seres humanos concretos, las políticas, la pastoral, deberían tenerlo como fin y objetivo supremo, porque no es el hombre para las instituciones, sino las instituciones para el hombre. Esto le dio a los programas y actividades del CINEP agilidad para escoger sus temas de acción y la independencia respecto de políticas institucionales ya que, en cada caso, se trataba de dar respuesta a seres humanos concretos aquí y ahora. Hoy son los desplazados, ayer fueron las víctimas de los desaparecedores, antes los desempleados o los indígenas o los campesinos. Para ellos se activaron talleres o cursos o las cooperativas o el acompañamiento a las pequeñas empresas en una multiplicación y variedad de iniciativas que desafía la rigidez de un prediseño institucional y que obedece a la libertad del espíritu “que sopla donde quiere”.

Esa independencia respecto de lo institucional hizo ver la necesidad de respetar y fortalecer la autonomía del laicado en las tareas de acción social, un concepto que aún no resultaba claro en los textos de estudio y que la práctica, en un escenario de tempestades, contribuyó a clarificar.

Fue esta una de las razones que explicaron la conclusión del contrato de CINEP con la Conferencia Episcopal en donde se habían hecho cargo del Instituto de Investigaciones Sociales (IDES). Según la visión de los señores obispos, las de acción social eran actividades que debían inscribirse jerárquicamente en la pastoral formal; la práctica de CINEP mostró otra cosa y proveyó una saludable clave para entender que hay tareas en que los laicos deben actuar como mayores de edad y no dependientes de directivas, controles o normas institucionales eclesiásticas.

Pero la búsqueda más cargada de consecuencias en CINEP tuvo que ver con su opción preferencial por los pobres. A contravía de la tendencia de la Legión de Cristo, del Opus Dei y de otros grupos apostólicos especializados en la educación de las clases altas, bajo la convicción de que educando cristianamente a las clases influyentes el Evangelio se difundirá a todas las clases, CINEP, concentrado en las clases populares y en la defensa de los derechos y la dignidad del ser humano, encontró otros caminos y expresiones para la pastoral.

Esa orientación tuvo comienzos como el de los sacerdotes y seminaristas que, concluidos sus estudios en universidades del exterior, decidieron vivir en barrios populares, en donde se encarna la realidad social del país.

Cuando se determinó el distanciamiento de la organización sindical, representada en la UTC, que había sido apoyada como una institución de poder para enfrentarla a otro poder, estaba latente esa búsqueda que llevó después al reencuentro con los sindicatos, mirados esta vez no como estructuras de poder sino como el lugar de hombres concretos en lucha por su dignidad y sus derechos.

CINEP se llenó de estudios y proyectos sobre y con los pobres, dentro de la más pura y sólida de las prácticas evangélicas, anunciada por la Iglesia latinoamericana en su opción preferencial por los pobres.

Hoy CINEP sigue en búsqueda. 40 años no han sido suficientes; tampoco lo han sido para la Iglesia los siglos de su historia. VNC