Editorial

¡Bienvenido, Santidad!

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EDITORIAL VIDA NUEVA | “Ahí está,/ ahí está viendo pasar el tiempo/ la Puerta de Alcalá”. Va a ser difícil que nos libremos del eco de aquella canción, tan familiar hace unos años, cuando el próximo día 18 de agosto el Papa atraviese la emblemática puerta para iniciar la JMJ Madrid 2011. En Colonia fue a través del Rin y en Sydney por su Bahía. En Madrid, será por esa Puerta por donde acceda el Papa para encontrarse con cientos de miles de jóvenes del mundo entero.

Se trata de un encuentro rico y complejo, caracterizado por algunos contrastes que lo llenan de virtualidades. El primero de esos contrastes tiene que ver con quiénes son los que celebran el encuentro. El Papa y los jóvenes. Un hombre cargado de años se reúne con una multitud de muchachos y muchachas de todos los rincones de la tierra.

A algunos les cuesta entender e incluso les molesta que pueda darse alguna sintonía entre el Papa, representante de una fe milenaria, y los jóvenes de hoy, artífices del futuro inmediato tanto en la Iglesia como en la sociedad. Los hechos “cantan” y diluyen toda sombra de duda a ese respecto. El Papa es testigo de un mensaje capaz de saciar, como ningún otro, los anhelos de los jóvenes y de llenar de plenitud su corazón. Los jóvenes, por su parte, están llamados a modular aquel mensaje de manera que lo hagan verdaderamente significativo para el presente y el futuro.

La JMJ pone también en evidencia el contraste entre la fe y la increencia. Reunir a tantísimos jóvenes es, sin duda, una apoteosis de la fe. Pero sería ingenuo olvidar que ese grito de fe, por más que esté adornado de la frescura y la belleza que le da la juventud, se hace en un contexto cultural marcado por la indiferencia religiosa, cuando no por la increencia e incluso por una cierta sospecha hacia todo lo que viene del mundo de la religión. Esto es así, con carácter general, en la cultura europea y particularmente en España, donde la mentalidad laicista se ha apoderado en gran medida de la vida social.

Madrid se convertirá
en el santuario de la riqueza espiritual
que viene de los rincones
más escondidos del mundo.

Seguro que, una vez más, el Papa, tan sensible a este contexto cultural, advertirá a los jóvenes del peligro de vivir la fe con una ingenuidad facilona y les ayudará a comprender los retos que supone esta situación, en la que la propia fe ha de ser contrastada, verificada y autentificada. Por su parte, ciertos planteamientos laicistas se engañarían si se empeñan en minimizar el alcance que tiene la expresión de la fe de los jóvenes o caen en la tentación de prescindir del potencial que esa fe supone para llevar adelante cualquier causa justa y noble.

Un tercer contraste merece ser advertido. La JMJ es un encuentro de carácter mundial que, en esta ocasión, se celebra en la ciudad de Madrid. Durante una semana la capital de España se va a convertir en el santuario de la riqueza espiritual que viene de los rincones más escondidos del mundo. La sola imagen de una multitud de muchachos y muchachas de toda cultura y color, unidos por la misma fe, supone un verdadero aldabonazo para los católicos que vivimos en la piel de toro.

A la vez, la JMJ va a ser una ocasión óptima para que la Iglesia española reavive su riquísimo patrimonio espiritual, materializado en obras de arte espléndidas, expresado en iniciativas apostólicas innumerables y, sobre todo, sellado con el modelo de vida de tantos santos y santas a lo largo de los siglos. Los jóvenes que acudan a Madrid van a percibir, sin duda, un modo español de ser católico. No se trata de exhibirlo con nostalgia inoperante. Más bien, al ofrecer ese patrimonio a los jóvenes de todo el mundo, los católicos españoles seremos enriquecidos, una vez más, por esa historia de gracia y de salvación con la que ha sido bendecido nuestro pueblo.

Cuando Benedicto XVI atraviese la Puerta de Alcalá para celebrar la JMJ 2011 y penetrar en su universo cargado de sentido, se abrirán también los corazones de tantos y tantos jóvenes y de quienes, aun no siéndolo ya, sentimos esta Jornada como algo familiar. Juntos le diremos, gozosos, al Papa: ¡Bienvenido, Santidad!

En el nº 2.764 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL de Vida Nueva

ESPECIAL JMJ 2011 MADRID en VidaNueva.es