Editorial

Aportar por la identidad católica

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“Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (EG 49).

En la exhortación apostólica Evangelii Gaudium el papa Francisco plantea explícitamente su deseo de que la Iglesia vuelva a descubrir la importancia del dinamismo de la salida, su propia naturaleza de “Iglesia en camino”. Este fundamento es profundamente cristológico: “La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor; y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos” (EG 24).

Así de clara es esta exhortación del Papa, así de claros son todos y cada uno de los mensajes que pronuncia; así de literal lo ha tomado el cardenal arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, en su arquidiócesis y en Uruguay. A diferencia de lo que ocurre en el resto de América Latina, en el Uruguay temprana y profundamente secularizado los católicos son una porción pequeña de la sociedad. Esa realidad particular hace necesario que la Iglesia desarrolle objetivos y estrategias particulares para poder llevar adelante su misión.

Tan claro como lo sabe hacer Francisco, el cardenal arzobispo de Montevideo sostiene –en una carta pastoral dada a conocer recientemente–, que la Iglesia uruguaya está viviendo “un momento clave” en donde “se trata de vivir y anunciar con alegría el Evangelio en esta sociedad laica y plural”. Ante la pregunta de si los católicos pueden ser considerados una “minoría” en el país, señala que pueden ser una minoría “cada vez más pequeña, disminuida”, volviéndose una “realidad exótica” en un mundo que la “mira con desdén”, o asumir su llamado de ser “sal y luz del mundo”.

“No dejemos diluir nuestra identidad –advierte con calidad bergogliana–, porque sin fidelidad a nuestras raíces que brotan de la cruz de Cristo, al final no seremos nada, no haremos el bien a nadie y caeremos en la apatía que envuelve como una pesadilla a tantos y tantos en nuestro país”.