VIDA NUEVA | En las páginas de nuestro A fondo tratamos de poner algo de luz en un drama constatable: África se desangra en medio de un sinfín de conflictos nacionales.
Muchos son obra de milicias rebeldes, en buena parte de carácter islamista, que combaten a los ejecutivos centrales.
Documentadas pistas hacen ver que estos grupos están conectados entre sí. Lo que hace preguntarse: ¿quién mueve esos hilos ocultos? ¿Quién los financia? Es entonces cuando surge otra duda: ¿quién se beneficia de la desestabilización de determinadas naciones? ¿Por qué, cuando los mismos patrones de violencia se repiten en varios contextos, solo se interviene por parte de las potencias occidentales en unos sitios sí y en otros no?
¿Acaso los intereses comerciales (incluido los ligados a la venta de armas) son ajenos a este fenómeno? ¿No será, acaso, que los “señores de la guerra” que denuncia el Papa no son exclusivamente autóctonos?
En el nº 2.903 de Vida Nueva