¿Son importantes los símbolos?


Compartir

Aún resuenan los ecos de una de las polémicas nuestras de cada día, la del sello de Correos con motivo del centenario del Partico Comunista de España (en realidad, ese centenario tuvo lugar el año pasado, ya que la fundación de PCE fue en 1921).



Aunque ‘tuneado’ con colores, el motivo del sello era la hoz y el martillo, un símbolo que representa un enorme sufrimiento, con más de un centenar de millones de muertos a sus espaldas, y una indudable vocación totalitaria. Y esto tanto en sus orígenes rusos, con Lenin y Stalin, como en sus diferentes plasmaciones nacionales.

¿Cuál sería el símbolo o emblema del pueblo de la Biblia? En el caso del cristianismo, es claro que la cruz ocupa el primer puesto, a pesar de que es un símbolo que entró tardíamente en la iconografía cristiana: prácticamente en el siglo V. Antes, los cristianos de los orígenes habían empleado otros símbolos –refiriéndose sobre todo a Cristo o la Iglesia–, como el pez, el ancla, el delfín, el pavo real, y otros que pueden verse, por ejemplo, en las catacumbas romanas.

En el judaísmo…

En el caso del judaísmo, es más difícil determinar cuál sería su símbolo. Modernamente se emplea la llamada “estrella de David” (que los judíos denominan ‘magen David’, es decir, “escudo de David”), pero que en realidad es un símbolo medieval, aunque con orígenes antiguos (siglo III).

Hay otro símbolo que se suele emplear para el judaísmo: la ‘menorá’ o candelabro de siete brazos. Se trata de un símbolo que encontramos en la Biblia y en la historia de Israel. Era la lámpara que se encontraba en el Templo de Jerusalén, concretamente en el Santo, el espacio inmediatamente anterior al Santo de los Santos, el lugar que se pensaba que era la morada de Dios.

En la profecía de Zacarías hay un texto donde aparece esa lámpara. En efecto, en la quinta visión de ese profeta leemos: “Veo un candelabro de oro macizo con un depósito y siete lámparas en su parte superior, y cada una de ellas con siete brazos. Junto a él hay dos olivos, uno a la derecha y otro a la izquierda del depósito” (Zac 4,2-3).

Ya sean herramientas de trabajo, objetos de la vida ordinaria o incluso instrumentos de muerte –como la cruz–, lo característico de los símbolos es, como su propio nombre indica, remitir a realidades que están más allá de ellos mismos y sin los cuales esas realidades serían difícilmente aprehensibles. De ahí su importancia.