¿Qué significa la desnudez?


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Hace poco salía la noticia de un grupo de migrantes –sobre todo sirios y palestinos– que se encontraban en el río Evros, en la frontera entre Grecia y Turquía. En la noticia se destacaba el hecho de que esos hombres estuvieran desnudos, como un rasgo especialmente denigrante para ellos. Y es que, aparte de su consideración erótica, la desnudez suele tener en muchas culturas una connotación de despojamiento que la convierte en símbolo eminentemente negativo.



La desnudez en la Biblia

Así ocurre en la Biblia, donde la desnudez es algo particularmente vergonzoso. Así lo vemos, por ejemplo, en la escena del traslado del arca de la alianza a Jerusalén: “David iba danzando ante el Señor con todas sus fuerzas, ceñido [solo] de un efod de lino […] Cuando el arca del Señor entraba en la ciudad de David, Mical, la hija de Saúl, se asomó a la ventana, vio al rey David saltando y danzando ante el Señor, y lo menospreció en su corazón […] Al volver para bendecir su casa, Mical, la hija de Saúl, salió al encuentro de David, y le dijo: ‘Cómo se ha cubierto hoy de gloria el rey de Israel, descubriéndose a los ojos de sus servidoras y servidores, como se descubre un cualquiera’. David respondió: ‘Danzaré sin descanso ante el Señor, que me ha preferido a tu padre y a toda su casa para hacerme jefe de todo su pueblo Israel. Y me rebajaré todavía más y me humillaré a mis propios ojos; pero apareceré cada vez con más gloria ante esas criadas de las que tú has hablado’. Mical, hija de Saúl, no tuvo ya hijos en toda su vida” (2 Sam 6,14-23).

La última frase del texto apunta claramente a descalificar la postura de Mical. Pero el propio David es consciente del “rebajamiento” y la “humillación” que supone mostrarse en público prácticamente desnudo.

Por eso llama más la atención que la primera vez que aparece un desnudo en la Biblia lo haga, paradójicamente, en términos claramente positivos. Gn 2,25 cierra la escena de la creación de Adán y Eva en el llamado segundo relato de la creación: “Los dos estaban desnudos [‘arumim’], Adán y su mujer, pero no sentían vergüenza uno de otro”. Aparte del juego de palabras con el versículo posterior, donde se presenta a la serpiente como “más astuta [‘arum’] que todas las bestias del campo” (3,1), la desnudez de Adán y Eva parece apuntar a la armonía y falta de tensiones entre ellos en ese estadio primordial del ser humano.

Así, la desnudez es un símbolo que presenta –como todos los símbolos– un doble rostro: el positivo, que discurre por la senda del erotismo, y el negativo, que destaca una de las mayores expresiones del despojamiento y vulnerabilidad de lo humano.