Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Qué podemos hacer por los jóvenes cuando queda apenas un año para el Sínodo?


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Las iniciativas

Ya tenemos la web oficial funcionando, a la que se acaban de sumar las cuentas de Twitter y de Instagram a les que se añade #Synod2018 como hastag oficial, se han celebrado los primeros conciertos de música católica con toques pop, algunos simposios con visos de oficialidad han desgranado las prioridades que subyacen en el documento preparado por la secretaría del sínodo, las revistas científicas expertas en la materia –en España, a mi juicio, con mayor sencillez y calidad que las de Italia– calientan motores, los cuestionarios circulan por la red y, sobre todo, por las diócesis, congregaciones y movimientos más concernidos, de vez en cuando se cuela alguna petición perdida en la oración de fieles si la misa la organiza la pastoral juvenil diocesana…

Vamos que el panorama se va preparando poco a poco y van calando algunas ideas que se han propuesto para este sínodo: escuchar a los jóvenes alejados y no solo los que se calientan en las estufas de las sacristías, entender en acompañamiento vocacional con la amplitud de miras que ofrece la vida cristiana, no dar nada por supuesto y profundizar en el contexto sociológico en el que se mueven los jóvenes superando las entelequias construidas con esquemas de la pastoral de cristiandad y del “café para todos”, vivir la sacramentalidad dentro de los diferentes procesos personales de fe y no como punto de partida o meta cuantitativa de la pastoral de infancia y juventud, redescubrir la fuerza de la comunidad humana y eclesial más allá del carné de movimientos y carismas superando respecto a ellos prejuicios ignorantes y caricaturescos,

Los expertos

Ciertamente, entender la sociedad en la que vivimos y en la que los jóvenes se mueven –sin olvidar los diferentes contextos, que los cuestionarios especifican con un apartado adaptado a cada continente– es una parte importante de la reflexión sinodal, uno de los puntos de partida. Aunque la pretensión de la asamblea sinodal, más en este tema, tiene que ser más ambiciosa y no conformarse solo con realizar un certero análisis de la realidad. Y parece que la Secretaría del Sínodo está haciendo los deberes en este sentido, o así lo ha demostrado en la amplia selección de temas propuestos en el Seminario Internacional sobre la condición juvenil celebrado del 11 al 15 de septiembre de 2017, en el Auditorio de la Curia General de los Jesuitas, a pocos metros del Vaticano.

Con la presencia de expertos y de jóvenes de los cinco continentes se organizaron diferentes grupos de estudio en relación a diferentes temas: los jóvenes y la identidad, los jóvenes y la alteridad, los jóvenes y los proyectos, los jóvenes y la tecnología, los jóvenes y la trascendencia. Las conferencias, menos internacionales que los participantes por la fortísima presencia italiana de los ponentes, han abierto cauces de diálogo, ofreciendo una acercamiento multidisciplinar a la realidad juvenil: ya sea desde la sociología, la economía, la informática, la teología o la pastoral. Y es que los distintos campos de estudios son necesarios para ayudar a reconstruir la identidad del joven en una sociedad tan compleja y plural como es la nuestra, la incertidumbre por el futuro o la relación con los demás…

La pastoral

Francisco es un papa que exterioriza de forma clara que su proyecto para la Iglesia es, ante todo, pastoral. Más allá de acentos políticos, teológicos o canónicos, el papa de las periferias con su estilo ha consolidado una forma pastoral de testimoniar la vida cristiana.

He podido hablar de esta cuestión con el teólogo José Luis Moral, especialista en pastoral juvenil de la Universidad Pontificia Salesiana de Roma. Para él, como ocurre también con Christoph Theobald, la propuesta que Francisco hace para nuestros días en Evangelii gaudium es como la que en su día, diez años después del Vaticano II, Pablo VI hizo con Evangelii nuntiandi. Para Moral, “esta nueva interpretación del último Concilio se asienta sobre algunas “opciones teológicas” que tratan de hacer una especie de reescritura del dato conciliar, sin olvidar las implicaciones doctrinales:

  1. La reescritura está vinculada sobre todo a la relación intrínseca entre misión y reforma («La trasformación misionera de la Iglesia»), donde la reforma se considera también como condición de credibilidad del «anuncio»;
  2. Implicaciones doctrinales: se pueden concentrar en el trabajo permanente de la interpretación sobre la base del criterio regulador del «estilo evangelizador»”.

Este trabajo de “afirmación-revisión” del Vaticano II, se traduce, para Moral, en una serie de perspectivas pastorales: “El proyecto evangelizador del papa se podría resumir en tres direcciones para la praxis cristiana:

  1. Volver a Jesús, encontrarse con Jesús, liberar el espíritu profético de Jesús en cada cristiano y en cada comunidad;
  2. Recuperar la frescura del Evangelio, liberar la “fuerza” del “Evangelio del Reino”;
  3. Acoger y hacer fructificar el amor misericordioso de Dios”.

A la espera del Sínodo y el documento posterior, contamos con esta guía segura de trabajo. En la Iglesia no podemos seguir permitiéndonos el lujo de dejar que los jóvenes sigan alejados de la fe y del mensaje salvador de Jesús. Nos jugamos el futuro y no somos quién para acabar con la esperanza  que viene de lo alto.