Memorando para los lectores


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Dígannos si esta revista corresponde al siguiente perfil:

– Debe mostrar un lenguaje y estilo periodístico, alejado del acartonamiento y las solemnidades curiales. Esto quiere decir que el lector debe sentir que los que escriben son amigos cercanos y que están animados por la alegría de compartir una visión, unas ideas, un modo de vivir. ¿Cuánto nos hace falta para que ustedes se sientan así en Vida Nueva?

– También queremos hacer una revista pluralista con informaciones y enfoques que contribuyan al ensanchamiento de la mente y el corazón de los lectores. Si antes estaban prevenidos contra el pensamiento budista, o musulmán, o anglicano, o pentecostal o bautista, y podría seguir una larga lista de iglesias y experiencias religiosas, si mentalmente se las rechazaba como lo otro, al encontrar información sobre estas formas diversas de creer en Dios, la mirada de los lectores ha comenzado a ser amplia y comprensiva y se deben estar abriendo las puertas y ventanas de la tolerancia. ¿Es un sueño solamente o algo que hemos logrado?

– A estas se agregan características que la revista se ha propuesto mantener. Siendo una revista no oficial sino una voz en la Iglesia, no hace apologética ni propaganda en sus informaciones ni en sus columnas de opinión; lo suyo es la alegría de compartir hechos, ideas, experiencias en clave de Sí. ¿Lo han notado?

– Pensamos que no hay una verdad única sobre los hechos que comunicamos en nuestra información. Sobre la paz en Colombia, o sobre las explotaciones mineras, o sobre el reclutamiento de niños, o sobre la tragedia de Tumaco, que son algunos de los temas de fondo de nuestras más recientes ediciones, hay distintas versiones y visiones; también sobre gays o sobre el celibato sacerdotal, o los divorciados, en todos los casos sentimos que se debe explorar lo posible, estimular el pensamiento y la creatividad y proceder, con humilde libertad, al examen crítico de las posiciones y opiniones del pasado, convencidos de que la doctrina no es un depósito inmóvil sino un cuerpo vivo poseído por el dinamismo que en todos los tiempos le ha inspirado el Espíritu de Dios. ¿Cuánto nos falta para lograrlo?

– Dentro de estos parámetros la revista deberá llegar a ser un órgano de información útil para toda clase de personas, pertenezcan o no a alguna Iglesia, sean creyentes o no. Utilizando una expresión de Benedicto XVI, debe ser una revista que desde el pórtico de los gentiles informe sobre la vida de las religiones y de la Iglesia proponiendo, provocando el pensamiento, generando confianza y creando un clima de fraternidad. Ambicioso objetivo, pero posible.

– Esta universalidad, que borra fronteras, excluye la auto-referencialidad a que alude con frecuencia el papa Francisco, bajo el entendido de que la Iglesia no es un fin sino un medio para proclamar el mensaje pascual de Jesús. Al observar nuestras actuales listas de suscriptores encontramos que la mayoría son religiosos, sacerdotes y laicos comprometidos. Nuestro sueño es que esas cifras cambien y que haya una mayoría de creyentes de a pie, personas alejadas, incrédulos o sin religión para quienes el lenguaje, el tono, los temas de la revista sean respuestas y estímulos para la inteligencia y el corazón. Por ejemplo: frente a los temas polémicos de la moral sexual, de la ordenación de las mujeres, de la eutanasia, estimular la búsqueda, contribuir a la ampliación de los conocimientos que aún permanecen en la incertidumbre, compartir nuestras certezas y someterlas a estudio y discusión sin la destructora actitud de quienes se sienten dueños de la verdad, y con el positivo aporte de quien participa en una búsqueda común. ¿Han sentido ustedes ese ambiente?

En todo esto que ustedes acaban de leer hay mucho de propósito y de ideal. Nos ilusiona pensar que también hay mucho de realidad y que al examinar su experiencia con Vida Nueva Colombia lleguen a la conclusión de que sí es perceptible ese perfil.

Es el ejercicio que hicimos hace pocos días, cuando José Beltrán, el director de Vida Nueva España, nos visitó para compartir experiencias y reafirmarnos mutuamente en los propósitos de esta revista. Con los aportes de nuestros columnistas, emprendimos esa búsqueda del deber ser de una publicación que nació y se mantiene como una voz en la Iglesia.

Aunque ya es largo este memorando para los lectores, solo agregaré una pregunta: ¿sienten ustedes el lenguaje del papa Francisco en estas páginas? La renovación que él propone nos entusiasma; documentos como su encíclica Laudato si’ nos llenan de esperanza y queremos que su lenguaje y su mirada sean los nuestros. ¿Qué nos hace falta para lograrlo?

Esta es la revista que queremos hacer con la ayuda de sus comentarios, críticas, propuestas y estímulos. ¿Es mucho pedir?