José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Más misión compartida


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JUEVES 2. La misión compartida sabe a croquetas. De las de casa. De las de madre. Marisol y yo preparamos una pequeña intervención que nos han pedido para la jornada de CONFER sobre la relación entre laicos y religiosos. Ella, que es más ordenada, recupera una fotografía de una noche de convivencia en el colegio en la que dos laicos aparecimos por sorpresa y le echamos una mano con las bandejas del comedor cuando se sentía desbordada. Lo recuerda como misión compartida en lo cotidiano, sin protocolos firmados de colaboración. Yo lo viví desde mis gafas. Recuerdo esos días como tiempo entre altas esferas y actos institucionales. De repente, ponerme a pie de freidora y lavaplatos fue un regalo, servir en lo concreto. De paso, cayeron varias croquetas. Y compartimos vida.

VIERNES 3. Camino con Lluís por Barcelona. Nos adentramos en uno de los centros sociales para chavales de los maristas en el barrio gótico. Abrumadora mayoría inmigrante. Por no decir, todos. Periferia en el centro. Y pocas manos para responder. “Con los años he descubierto que la debilidad es el mensaje evangélico de nuestro tiempo. Nos abre a colaborar, a dejar nuestra prepotencia y creernos que como Iglesia o como religiosos llegábamos a todos. Nos hace más comunidad”. Ser débiles. Ser finitos. Ser con el otro.

SÁBADO 4. Más misión compartida. Esta vez la lección la recibo de Ana, adoratriz. Reflexionamos sobre las decepciones que pueden generar las expectativas que tenemos sobre el otro. “Se nos olvida que Dios nos dio dos piernas. Una para meter la pata y otra para sacarla. Hasta que no se nos meta esta idea en la cabeza y en el corazón, no saldremos de un nivel de exigencia de nosotros mismos y hacia los demás”.

DOMINGO 5. Por muchos. La primera vez. No tenía asimilada la fecha de estreno. Me suena raro. Habrá que esperar para normalizar. Por todos.

MIÉRCOLES 8. Fiesta del padre Faustino. Misa en el polideportivo. Ángel se arrodilla en la homilía para hablar a los niños de Infantil. Se abaja. Se hace uno con ellos. Estilo calasancio. Evangelio de los niños. Luego se acerca a los de Primaria. A los de Secundaria. Y nos “reta” a los adultos. “Ojalá sepamos edificar una casa de puertas abiertas por las que entre el aire fresco, para no quedarnos en calarrancios y ser verdaderos calasancios”.

Publicado en el número 3.027 de Vida Nueva. Ver sumario