Infecciones respiratorias, mascarillas y otras zarandajas


Compartir

Siempre hay picos estacionales de infecciones respiratorias. Ocurre todos los años, y todos los años parece que nos sorprendemos. Urgencias sobrecargadas, salas médicas atestadas… No es nada nuevo. La Covid-19 supuso este escenario elevado a la enésima potencia, sobre todo en mortalidad, en una realidad que nos abrumó y desbordó. Los sanitarios no lo olvidaremos nunca; tuvimos que ejercer en condiciones que la mayoría desconocíamos, en una situación en momentos cercana a la medicina de catástrofes. Nuestro país tiene el dudoso honor de ocupar los primeros lugares en las estadísticas de muertos y enfermos, y también en oportunidades perdidas, porque no parece hayamos aprendido mucho.



Toda emergencia sanitaria –y los picos estacionales de infecciones respiratorias pueden convertirse en una; la Covid-19 lo fue y de qué modo– debe afrontarse con las 4 S que permiten el buen funcionamiento de los sistemas sanitarios: se necesitan Space, Staff, Stuff y System; es decir: espacio, personal, material, y organización.

Dinamismo y adaptabilidad

Sin embargo, nuestras instituciones sanitarias no parecen ser capaces de facilitarnos estos elementos: la necesidad de espacio exige un dinamismo y adaptabilidad de la que los hospitales suelen carecer. En cuanto al personal, si se prevé, como todos los años, que en los meses de enero y febrero puede haber bajas y todas las manos son necesarias, ¿por qué se concentran las vacaciones y días libres del año anterior en esas fechas? ¿Por qué no ampliar los períodos?

En lo que concierne al material, por el momento, nadie ha alzado la voz para denunciar su falta, al menos en mi hospital, pero convendría optimizar el uso del que tenemos para que no se agote, no malgastarlo, y aquí encaja el uso de mascarillas. Su empleo es eficaz, pero debe seguir unas indicaciones y datos objetivos; hay numerosos artículos sobre un empleo racional, el llamado “uso estratégico de las mascarillas” (strategic masking, en artículo del ‘New England’). Hay que guiarse por unos indicadores aceptados por la comunidad científica. Solo así pueden darse normas cabales y efectivas. Y su uso no puede limitarse a los centros sanitarios; debe indicarse en espacios cerrados, sobre todo el transporte público, y en las aglomeraciones.

Médico general

Ausencia de liderazgo

Estos días, tal como ocurrió durante la pandemia, se ha puesto de relieve la ausencia de liderazgo por parte del Ministerio de Sanidad. Este es un problema que no se ha corregido y que justifica en gran medida el fracaso en la gestión. Fiel reflejo es la reunión estéril mantenida entre la actual ministra y las comunidades autónomas, concluida sin acuerdo alguno. Cuando se carece de ‘autoritas’, es difícil que nadie haga caso de lo que se indica.

Las vacunas son también parte del material (stuff). No son de gran efectividad en la gripe, pero ayudan, aunque de nada sirven si no se administran. Los programas de vacunación deben ser ágiles y las vacunas deben administrarse pronto y con un acceso fácil. Lo ideal es ir a los colegios, a las empresas, abrir espacios grandes donde la gente pueda vacunarse cuando le venga bien. Todo esto funcionó en la Covid-19; ¿por qué no hacerlo ahora? Lo contrario es asegurar tasas de vacunación bajas, tal como ha ocurrido este año.

Falta de orgullo

Para finalizar, pongamos la mirada en los sistemas y en cómo se gestionan y organizan. Tenemos hospitales excelentes, con gran cantidad de medios, profesionales bien entrenados, pero cada vez menos motivados. Algo huele a podrido en nuestro sistema sanitario cuando nadie parece estar contento. La mayor parte de las veces funciona de forma impecable, pero –salvo excepciones– no solemos sentirnos orgullosos de su existencia, ni de trabajar en él. No hay una sola razón que explique este hecho, y temo que me jubilaré en unos años sin que sus problemas crónicos se resuelvan.

Lamento pintar un escenario gris, pero desanima afrontar otro pico de infecciones respiratorias en un contexto de conflicto y falta de perspectivas. Recen por los enfermos, por quienes les cuidamos y por este país.