Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Hacia dónde va el Camino Sinodal alemán?


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La Plenaria

La asamblea sinodal alemana organizada en los últimos años por los obispos y la principal organización laical germana parece estancarse en un camino de lamentos y reproches. La última ‘meta volante’ del llamado Camino Sinodal ha sido la plenaria de la Conferencia Episcopal alemana que se ha celebrado esta semana pasada en la ciudad de Augsburgo. Antes, una rápida intervención vaticana canceló el que iba a ser uno de los temas estrellas: la votación de los estatutos de la Comisión Sinodal nacional, una ampliación del comité formado ya en noviembre y cuyas resoluciones serían vinculantes en toda Alemania.



Los obispos aceptaron la orden vaticana y retiraron el punto del orden del día a la espera de nuevos encuentros bilaterales con la Curia –amén de la necesaria espera a que concluya el Sínodo de la Sinodalidad con su asamblea de octubre y su posterior exhortación apostólica–. El mensaje transmitido desde la presidencia fue propositivo al destaca la unión con Roma y su disponibilidad para seguir comunicándose mejor con el Vaticano. Para las asociaciones laicales, especialmente las tienen alguno de sus líderes formando parte del Comité Sinodal desde noviembre, la medida es una jarra de agua fría que retrasa la respuesta de la Iglesia a una sociedad conmocionada tras conocer un amplio informe sobre los abusos en los ambientes católicos.

Por lo tanto, el tema estrella de la plenaria, podríamos decir, es el que no se ha tratado y todo ello sabiendo, aunque no explícita y directamente como ahora, que el Vaticano no veía en el Comité la respuesta satisfactoria a los desafíos de la Iglesia católica alemana. Pero, ¿por qué? Mientras que algunos se quedan en la superficie de la cuestión defendiendo tal o cual puntos de los estatutos, la eclesiología de fondo es la que parece estar amenazada hasta ver en el horizonte sombras de un posible cisma –algo que el cristianismo alemán conoce bien y que provocó que se desatarán todas las guerras de religión–.

Si bien el Comité Sinodal solo tenía ser una especie de paso intermedio al órgano soñado en las asambleas del Camino Sinodal; la mayor parte de los obispos de la Conferencia Episcopal Alemana y la dirección en pleno del (poderoso, en cierto sentido) Comité Central de los Católicos Alemanes (ZdK) tenían puestas sus esperanzas en este primer fruto maduro del ya largo Camino Sinodal –desde 2019 lleva coleando, con una pandemia por medio para desesperación de los más optimistas de los métodos germánicos de eficacia– que apostaría por una sinodalidad, para ellos, estricta en torno a un sistema de cupos y mayorías. El alcance de sus decisiones –vinculantes para todas las diócesis y sobre cualquier materia– es lo que hace que el Vaticano recuerde que sería un organismo que está por encima del Derecho Canónico.

Las declaraciones

Al empezar la asamblea plenaria del episcopado el lunes, su presidente, Georg Bätzing, informaba de la decisión de no tratar los estatutos y posponerlo hasta que avancen los diálogos con la curia. Al final de la reunión de los obispos, el jueves, Bätzing se presentó ante los medios con la intención de seguir el camino sinodal y hacer en unidad con Roma frente a quienes se veían ya echando el cierre del experimento. En este sentido señaló, inteligentemente y centrando el tiro, que el primer paso es “encontrar juntos un camino a seguir antes de hablar de contenidos”. Mientras el comité formado en noviembre seguirá trabajando y habrá que rebajar las tensiones que hay, sobre todo, entre los representantes de las asociaciones laicales.

En este sentido las acusaciones al Vaticano, algunas de brocha gorda, contrastan con la llamada a la serenidad de los obispos –incluyendo los más lanzados en el tema del Camino Sinodal– o en la mediación ofrecida por personalidades nada sospechosas como el cardenal Schörborn. Mientras, algunos de los movimientos laicales han centrado su discurso en un enfrentamiento que parece presentarse más fuerte que la guerra en Ucrania.

Pero, ¿dónde está la guerra? Obispos y laicos han recalcado varias veces –excesivas veces– que el sistema de votación de las resoluciones parece ser la única forma de consenso. Las mayorías se miden con criterios políticos y repartos similares a las del parlamentarismo –y es que muchos de los dirigentes del ZdK vienen precisamente del mundo político, en un país en el que los partidos no ocultan sus raíces cristianas–. En un momento de crisis democrática y de fragmentación como el que se vive en los parlamentos europeos llama la atención que las miras de los líderes de la Iglesia católica alemana tengan sus esperanzas en modelos de este tipo y no en una búsqueda más afinada del consenso profundizando formas contemporáneas de discernimiento evangélico.

A esto se suma algo que parecen olvidar los alemanes y es que estamos en un proceso para crecer en sinodalidad en toda la Iglesia universal. En el sínodo hay obispos alemanes que son de los que han apostado por el Camino sinodal y están llamados a ofrecer su experiencia –como de hecho han hecho, diría que incluso ejemplarmente por lo que he podido ver– en la primera asamblea en 2023 y, también, a escuchar los ecos de los padres y madres sinodales. Todo ello, hay que recordarlo, debe hacerse con una mediación específica, la carta a los católicos de Alemania que el papa Franciscoescribió ya en 2019. Su enfoque sigue siendo el horizonte desde el que afrontar este camino, más allá de las intervenciones de la Curia en otras cuestiones temporales como esta última.

A los católicos alemanes les duele su Iglesia. Los católicos alemanes tienen que responder a la herida abierta en medio de su sociedad por los abusos. Las respuestas y las fórmulas no son unívocas ni hay una varita mágica. Ahora, explicaba Bätzing, “se trata de conectar bien todos los hilos de la acción y la lucha para llegar a una iglesia sinodal”, algo que deja de manifiesto no solo que los obispos ni deben actuar de espaldas a su comunidad, sino que quienes urgen a unas reformas a toda velocidad dejen arrinconados en el camino a quienes han mantenido su fe por encima de tantos sinsabores y divisiones del pasado.

Las cuestiones

A la plenaria de los obispos no le han faltado tareas en esta semana en la que han analizado la sociedad alemana y amenazas como las de la ultraderecha. Por ejemplo, es la primera vez que se nombra a un prelado como referencia para la pastoral queer, en este caso al obispo auxiliar de Essen, Ludger Schepers. También se ha avanzado con las sociedades de víctimas de abusos o se han tratado diferentes cuestiones ecuménicas. Además, frente lo que se ha hecho en España se ha adaptado a un lenguaje más sencillo una parte del misal y elaborado una introducción pastoral para favorecer una mayor inclusión en la liturgia.

Frente a quienes identifican a la Conferencia con el protestantismo, otros temas acercan al episcopado con Roma, como la peregrinación de acólitos del próximo verano. Y es que la identidad católica de la Iglesia en Alemania no es una broma en este proceso en torno al Camino Sinodal, por ello puede que las advertencias frente al cisma no sean tan descabaladas.