El Papa en primera y a cinco coles


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Presionado por los intereses comerciales el periodista ha entrado a la corte de los comediantes, de cantantes o de grandes delincuentes, porque ellos sí son espectáculo.

De creerles a los periodistas y medios que cubrieron la reciente gira papal, su llegada a Quito alteró la circulación por las calles del centro, se incrementó la presencia de ventas callejeras que ofrecían fotografías, libros, cuadros, velas y toda clase de objetos con la sonriente imagen de Francisco; Quito fue tomada por miles de visitantes que venían de todo el país y de países vecinos. Una caravana que había partido de Ipiales con centenares de colombianos peregrinos estaba a punto de llegar.

Esa fue la información de primera y a cinco columnas el primer día. En los días siguientes, según la orientación política del diario, se informó sobre las implicaciones políticas de una visita que transcurriría en medio de la agitación política contra el presidente Rafael Correa. Un obispo asustado inquietó a los televidentes con su temor a un atentado contra el Papa; algún periódico, más cuidadoso, observó que los altos índices de pobreza eran un elemento común a los países incluidos en la gira, y en vísperas del viaje a Bolivia la prensa se preguntó con preocupada picardía si el Papa mambearía para combatir el mal de altura de La Paz. Creyeron encontrar una confirmación de su hipótesis cuando el presidente Morales colgó del cuello del Pontífice una bolsa de tela como las que se usan para llevar hojas de coca para el mambeo.

Otra fuente de noticias fue el pequeño auto Fiat que Francisco utilizó en Quito, y el Chevrolet 4X4 en que se movilizó en Guayaquil. Se agolparon reporteros y fotógrafos para registrar el hecho espectacular del Papa en la cárcel más peligrosa de la región con su elevado índice de hacinamiento. Si la visita motivó alguna reacción en los presos, nadie tuvo tiempo de averiguarlo porque la gira continuaba.

Así, entre banalidades y registros obvios se informó la semana de la gira, con la ayuda de los expertos locales de alguna universidad o de corresponsales extranjeros, versados en el tema. Pero, aun con esa ayuda, el examen de titulares, fotografías y material informativo deja la sensación de que en esos países pasó algo importante pero no se supo de qué naturaleza. ¿Por qué sucede esto?

En la pugna entre lo comercial y lo periodístico, en los medios está perdiendo lo periodístico. El propósito no es ofrecerle una excelente información al receptor, sino la que más venda. Un discurso papal como el que oyeron en Santa Cruz de la Sierra los líderes sociales no atrae tanto como la historia de los peregrinos que llegan de los confines de Ecuador, Bolivia o Paraguay.

La búsqueda de información más comercial está incapacitando a la prensa para la profundización de lo que sucede, que era lo que pedían las clásicas preguntas de la pirámide invertida: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo?

Así la mirada de la prensa se queda en la superficie y en lo aparente. Sucede con hechos como la visita papal, pero también ocurre con la política, la economía, la cultura. Hurgar más allá de lo aparente se ha vuelto una práctica poco común.

El periodismo, además, presionado por los intereses comerciales ha cultivado una afición farandulera que lo habilita como parte de la corte de comediantes, cantantes, deportistas de éxito, políticos de escándalo o de grandes delincuentes. Han aceptado, quizás a pesar suyo, que esos son los personajes y el ambiente de su información; por eso cuando se hallan ante un Papa como Francisco no saben qué hacer con él si no es farandulizarlo.

¿Qué hacer frente a esto? La pregunta adquiere importancia y actualidad si se piensa en la próxima visita de Francisco a Colombia.

En las redacciones hay especialistas en cancillería, en la presidencia, en economía, en agricultura, en cultura o educación. Periodistas capaces de ir a fondo, interesados en conocer cada vez sobre sus temas. También debe haberlos, con destreza y conocimiento para interpretar una encíclica, y con dedicación suficiente para contextualizar un viaje papal, un sínodo o una conferencia episcopal.

La información inteligente que así se haga es un servicio que los receptores agradecerán, sean creyentes o no, son lectores de los hechos y necesitan intérpretes.

Y más nos vale comenzar a pensar en esa clase de información cuando ya se habla de la visita papal a Colombia y de un cambio profundo de la Iglesia en las décadas que vendrán.