Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Cómo se entierra a un Papa emérito?


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El próximo 5 de enero, a las 9:30 h. de la mañana, comenzará el funeral por el eterno descanso del papa emérito Benedicto XVI. Se celebrarán, como ocurrió a la muerte de Juan Pablo II, en la Plaza de San Pedro. Una celebración que va a presidir el papa Francisco –veremos si hace él la plegaria eucarística o delega esta parte como hace últimamente debido a sus problemas de rodilla– y que, al no ser el funeral de un Papa en ejercicio, se ha previsto que las únicas delegaciones oficiales sean las de Italia y Alemania. Veremos cómo se gestiona esta aspecto, a la vez que no se han establecido límites de participación ni para los clérigos –el número de sacerdotes concelebrantes es ilimitado según el sistema de acreditación– ni para los fieles, ya que no es necesaria la entrada gratuita de otras ocasiones.



Las normas

Una referencia a la hora de preparar las exequias de un Papa emérito es el capítulo V de la primera parte de la constitución apostólica ‘Universi Dominici Gregis’, un documento de Juan Pablo II que Benedicto XVI solo ajustó en lo que se refiere a la mayoría de los cónclaves para asegurar el consenso en todos los casos posibles. Ni el Papa alemán ni Francisco han desarrollado un estatuto especial que rija la cuestión de todo lo referente a un pontífice emérito ya que este documento solo contempla, en los números del 27 al 32, lo referido a las exequias del romano pontífice –se entiende que reinante–.

Es para esos casos para los que se reservan los nueve días de velatorio y las misas de los cardenales siguiendo los respectivos libros litúrgicos. Sí que se aplicarán en este caso las cuestiones relativas al sepulcro en la Basílica Vaticana(núm. 28) donde se prevén quienes autentificarán que realmente el pontífice se entierra allí. En las grutas vaticanas hay varios lugares disponibles, tanto en sepulcro –por ejemplo, al lado del beato Juan Pablo I– como en las capillas laterales como es el caso de la capilla dejada libre por Juan Pablo II, que fue trasladado a la capilla de San Sebastián junto a la Piedad de Miguel Ángel.

También se ha cumplido a rajatabla –al menos hasta ahora– la prohibición de que “a nadie le está permitido tomar con ningún medio imágenes del Sumo Pontífice enfermo en la cama o difunto, ni registrar con ningún instrumento sus palabras para después reproducirlas”. Una vez muerto se prevén fotografías, pero solo cuando el Papa “está revestido con los hábitos pontificales”. De esos hábitos comentamos en breve los detalles y dejamos los puntos referentes al “apartamento privado del Sumo Pontífice” o al testamento. A la hora de poner la norma de las fotos permanece en la retina de quienes habitan los pasillos vaticanos la foto de Pío XII agonizante en la portada de ‘Paris Match’ que ni la férrea secretaria sor Pascalina Lehnert pudo evitar. Una foto vendida por el médico Ricardo Galeazzi-Lisi, que además embalsamó fatal el cadáver del propio pontífice, tanto es así que hasta explotó.

El velatorio

Antes de que llegue el velatorio público de hoy, este domingo ya hemos visto algunas imágenes de la capilla del monasterio en el que Benedicto XVI ha vivido este tiempo y hemos podido ver cómo ha sido preparado el cuerpo el pontífice emérito. Va con una casulla similar a la que vimos en el caso de velatorios papales anteriores, pero con ligeras diferencias que han dado a entender cómo encajar en estos funerales la figura de un Papa emérito. Teniendo en cuenta que Benedicto XVI cuidó especialmente el uso de determinadas prendas e insignias papales, la sutileza con la que se han cuidado los detalles muestra la sensibilidad de la familia pontificia del alemán y de Francisco que ha tenido que dar el visto bueno.

Una primera diferencia importante es que Benedicto XVI no lleva el palio propio de los arzobispos y que se atrevió a innovar en su misa de inicio de pontificado –aunque aquello duró poco porque no era muy práctico, a pesar del simbolismo histórico–. El palio representa la plenitud del poder episcopal y el Papa emérito no lo usa desde su renuncia, como hemos visto en misas como en la apertura del Jubileo de la Misericordia o en fotos de celebraciones tomadas en el monasterio. Tampoco tiene a su lado la férula, el báculo de los papas, que tiene un significado similar.

También han destacado que los zapatos –impecables, por cierto– con los que será enterrados son negros y no rojos como los que usó durante el pontificado y de las que tantas burlas se han hecho. Tampoco lleva la cruz pectoral y en las manos lleva el rosario del que no se separaba, un elemento de devoción que no implico conflictos diplomáticos ni con los sedevacantistas o con los tradicionalistas que no pueden aceptar que haya dos papas vivos o con los juanpablistas que desconfían de aquello de un Papa se baje de la cruz para jubilarse.

El rito

Del ritual en sí hay pocos detalles aún a la espera de la publicación del misal de la celebración. El Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, Diego Giovanni Ravelli, publico la notificación correspondiente para la anunciar los ritos a la Capilla Papal la misa de exequias. Tras la celebración, se informa, se desarrollaran dos ritos fúnebres que el Papa siempre preside en el caso de los cardenales cuyo funeral se celebra en la basílica de San Pedro, como son la ‘Ultima Commendatio’ y la ‘Valedictio’, un responso sencillo que se realiza al final de la celebración en el que junto a las últimas oraciones se inciensa y rocía con agua bendita el féretro como último adiós.

Por lo demás se siguen las normas de las exequias de un obispo –si bien la casulla no es morada sino roja, como cuando un papa inicia el ministerio en recuerdo del martirio de san Pedro–. También se seguirá la norma general de que el cadáver se coloca ante el altar según la orientación que habitualmente adoptaba el difunto en la asamblea: si es laico, de cara al altar; si es clérigo, mirando al pueblo –algo que Benedicto XVI cuestionaba–. También se colocará el leccionario y previsiblemente se colocará el féretro sobre el pavimento, como recomienda el ritual y ya vimos con Juan Pablo II. La notificación también ha señalado desde el principio que “al finalizar la Celebración Eucarística el féretro del Sumo Pontífice Emérito será trasladado a la Basílica de San Pedro y después a las Grutas Vaticanas para su inhumación”.

Una cuestión delicada se refiere a un concelebrante en particular, el arzobispo Georg Gänswein que como prefecto de la Casa Pontificia –aunque lleva un tiempo sin ejercer el cargo– su lugar es junto a las delegaciones civiles y no en el altar junto a los demás prelados. ¿Lo veremos en el reclinatorio con la sotana y el fajín episcopal o junto al altar con mitra y casulla? ¿Será su sitio profecía de su futuro en Roma o en Alemania?