José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

A punto de entrar en la basílica para el consistorio


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SÁBADO 24. Terapia para los ojos. Levantarse y poder ver la ría desde Dorrón hace que la mirada se purifique. Es la sensación que tengo cada vez que hago un descanso de la reunión del equipo calasancio de Misión Compartida. La necesidad de romper rutinas implica apartarse de los escenarios de lo cotidiano. Para ir al desierto. Un desierto que sabe más a oasis. Mucho más.

MARTES 27. India se resiste a la Iglesia. O mejor dicho, el Gobierno indio. Hace unos días, me contaban que un grupo de radicales acusaron a una religiosa de tráfico de personas por el mero hecho de viajar con un grupo de postulantes nativas en un tren. Intolerancia que llega hasta Roma. Tanto es así que parece frustrado el intento de Francisco de viajar a Calcuta.

MIÉRCOLES 28. Audiencia general en San Pedro. El Papa reivindica un cambio de lenguaje: “No se puede utilizar la palabra mártir para referirse a los que cometen atentados suicidas”. En lo que no reparan quienes le escuchan es en que a su lado está el director de Estudios Islámicos de la Universidad de Oxford. Un buen amigo me habla de este musulmán comprometido por desligar toda violencia del Corán. Le regala una palabra Francisco, con una cita sagrada que ensalza el amor de los musulmanes a los cristianos.

Por la tarde, a punto de entrar en la basílica para el consistorio. Creo reconocer a la arzobispa protestante. La mujer que se abrazó con el Papa en Lund, con motivo de los 500 años de la Reforma. Me lanzo a saludarle. Le doy las gracias por proporcionarnos una imagen de reencuentro, una foto de portada, y por su trabajo a favor de construir puentes. “¡Vida Nueva! Me han mandado varios mails con vuestra portada. Gracias por el ministerio que realizáis”, contesta Antje Jackelén. Más allá de mi sonrojo –no solo por el bochorno-, me noquea el grado de ministerio que concede al periodismo.

JUEVES 29. En la distancia leo el revuelo provocado por la ausencia del rey Juan Carlos en los festejos de los 40 años de las elecciones democráticas. En la pantalla del ordenador se me superpone con el encuentro propiciado por Francisco de los nuevos cardenales con Benedicto XVI. Cómo resolver los flecos de la emeritud. Cierro ambas ventanas y se queda al descubierto el Pliego de Antonio Pelayo sobre Tarancón. Si olvidado está el monarca, silenciado el cardenal.

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