Esperanza y desilusión

(Camilo Maccise– Mexicano, expresidente de la Unión de Superiores Generales)

“La búsqueda de algo semejante a un gobierno mundial para gestionar la primera gran crisis de la era de la globalización fue desilusionante. Se reveló nuevamente favorecedora de las instituciones financieras, con sus mecanismos que benefician a minorías ricas, y de las empresas transnacionales que subordinan las economías locales”

La reciente crisis del sistema neoliberal globalizador ha hecho constatar su carácter injusto. En efecto, algunas cifras económicas del Banco Mundial y de la FAO ponían de relieve la concentración escandalosa de la riqueza en pocas personas y el aumento constante de la pobreza y de la miseria en el mundo. 

El neoliberalismo, basado en la desigualdad económica y social y en el afán de lucro, había transformado a los pobres en “sobrantes” y “desechables”. 

El 20% más rico tiene actualmente el 80% de todos los recursos mundiales. Las cien personas más ricas del mundo acumulan bienes equivalentes a los ingresos de la totalidad de los países pobres. El 45% de la población mundial no tiene acceso a los servicios de salud; 925 millones de personas sufren el hambre y la desnutrición. 

La cumbre de las mayores economías mundiales, el G-20, había abierto un horizonte de esperanza acerca de la posibilidad de construir un nuevo modelo que colocara a la persona humana, a la justicia y solidaridad, por encima de la ganancia, y siguiera luchando por erradicar la pobreza. En cambio, en la búsqueda de soluciones para la crisis económica mundial, que se presenta larga, dura y difícil, esos líderes políticos rechazaron una intervención reguladora del Estado y proclamaron que las reformas no deben en modo alguno afectar el funcionamiento del libre mercado.

La búsqueda de algo semejante a un gobierno mundial para gestionar la primera gran crisis de la era de la globalización fue desilusionante. Se reveló nuevamente favorecedora de las instituciones financieras, con sus mecanismos que benefician a minorías ricas, y de las empresas transnacionales que subordinan las economías locales en detrimento de las inmensas mayorías pobres y miserables de nuestro planeta.

En el nº 2.639 de Vida Nueva.

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