Este martes 11 de marzo, la Universidad Loyola, en Sevilla, ha celebrado una jornada académica y social bajo el título ‘¿Deuda o Desarrollo? Financiación para el Desarrollo y la Doctrina Social de la Iglesia’.
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Coorganizada por el Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española y por la Archidiócesis de Sevilla, también se ha contado con la directa colaboración de organizaciones eclesiales como el Instituto de Desarrollo-Fundación ETEA, Enlázate por la Justicia (plataforma que incluye a Cáritas, Cedis, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y REDES) y la delegación española de la institución vaticana La Economía de Francisco.
Solidaridad global
Como se reiteraba en la convocatoria, “el objetivo de este encuentro es avanzar en la justicia económica global, sensibilizar a la sociedad y, en especial, a los jóvenes, sobre el sufrimiento de numerosas poblaciones como consecuencia de la desigualdad y el endeudamiento estructural”, promoviendo “soluciones inspiradas en los valores de la solidaridad global y la esperanza”.
La jornada se inició con una eucaristía presidida por el arzobispo de Sevilla, José Ángel Saiz Meneses, que, a continuación, inauguró el acto académico junto a Fabio Gómez-Estern, rector de la Universidad Loyola.
Entre los 250 participantes (y los muchos que lo han seguido on-line), ha destacado la participación, en diferentes coloquios y mesas redondas, de personalidades como el cardenal Peter Turkson (de modo telemático), responsable de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales; Eduardo Agosta, director del Departamento Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española (CEE); Marta Pedrajas, especialista en Desarrollo Humano, con experiencia en la ONU y el Vaticano; Alfonso Apicella, director de Campañas de Promoción Global de Caritas Internationalis; Agustín Domingo Moratalla, profesor de la Universidad de Valencia; Emilce Cuda, economista y miembro de la Pontifica Comisión América Latina; Sonia Olea, responsable de Vivienda en Cáritas Española; Yoselin Rodrigues, representante de La Economía de Francisco o Inmaculada Mercado, de REDES.
‘Mensaje final’ y clausura
Han clausurado la jornada el obispo de Astorga, Jesús Fernández, en su condición de presidente de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española, y el jesuita Jaime Oraá, presidente de la Fundación Universidad Loyola Andalucía.
Más allá de las numerosas y significativas aportaciones, ha destacado la importancia del ‘Mensaje final’, que ha buscado ofrecer claves de discernimiento de cara a la IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo de Naciones Unidas, que va tener lugar en la propia Sevilla del 30 de junio al 3 de julio.
Como se destaca en este, “en un mundo interdependiente, el problema de la deuda alcanza dimensiones alarmantes: más de la mitad de los países menos desarrollados enfrentan un sobreendeudamiento que asciende a nueve billones de dólares, y la carga del servicio de la deuda ha aumentado un 50% en la última década. Actualmente, 3.300 millones de personas viven en países que destinan más recursos al pago de intereses de la deuda que a garantizar derechos básicos como la salud o la educación”.
También está la deuda ecológica
Además, “en los organismos multilaterales, estos países se ven obligados a aceptar decisiones bajo condiciones de negociación asimétricas. A esto se añade la deuda ecológica, que agrava las desigualdades y pone en riesgo el bienestar de las generaciones futuras y el cuidado de la casa común”.
Por todo ello, se observa la urgencia de “replantear los mecanismos de la deuda para que no se conviertan en un instrumento de opresión”, pues “la verdadera justicia ha de estar al servicio del bien común universal y de los derechos de los pueblos más vulnerables”.
En este sentido, “es necesario un cambio estructural que devuelva a la economía su función social originaria, para que todos puedan tener acceso a lo necesario para una vida digna”. Una “transformación” que “no puede limitarse a cambios técnicos”, sino que “requiere una nueva creatividad en la caridad, que vaya más allá de la asistencia y la limosna, fomentando una solidaridad real y fraterna, en la que el principio de la gratuidad y la lógica del don desempeñen un papel constitutivo de la actividad económica ordinaria”.
En la senda del papa Francisco
Y es que, como el papa Francisco ha reiterado con fuerza a lo largo de todo su pontificado, “es necesario dar un alma a la economía”. Para ello, se han ofrecido propuestas concretas, como “la cancelación o reestructuración de la deuda para liberar a los países más vulnerables del sobreendeudamiento”, pudiendo estos invertir sus esfuerzos en lo realmente necesario, como “la salud, la educación, la seguridad alimentaria y el medioambiente”.
Otro paso sería “una mayor regulación y transparencia en el endeudamiento internacional”, también con el fin de poder “prever crisis de deuda futuras, evitando condiciones perjudiciales para los países deudores y garantizando condiciones de vida digna de sus ciudadanos”. Sin olvidar “la creación y dotación de sistemas justos de financiación climática, que reconozcan la deuda ecológica de los países desarrollados con los países más vulnerables”.
Porque, como concluye el ‘Mensaje final’, “la paz no puede existir sin justicia social, y la justicia social exige una transformación profunda de las estructuras económicas que perpetúan la pobreza y la desigualdad”.
Fotos: Guillermo Aguilar.