Paola Ugaz y Pedro Salinas, los periodistas que acorralaron al Sodalicio: “Fue una película de terror”

Paola Ugaz y Pedro Salinas, autores de 'Mitad monjes, mitad soldados'

Ya antes de que Luis Fernando Figari fundara el Sodalicio de Vida Cristiana en 1971, había constancia de sus abusos. Pero nadie lo vio. O nadie lo quiso ver. Décadas de silencio público y encubrimiento eclesial. Eso sí, no se pudo mirar para otro lado cuando, en octubre de 2007, la policía encontró a uno de los mandamases del grupo, Daniel Murguía Ward, en un hotel con un niño de 11 años, al que iba a tomar unas fotos desnudo.



Fue la antesala del verdadero punto de inflexión en el devenir del Sodalicio: en 2015, los periodistas peruanos Pedro Salinas y Paola Ugaz publicaban el libro Mitad monjes, mitad soldados (Planeta), un trabajo de investigación en el que no solo incluían el relato de una treintena de víctimas, detallando las humillaciones a las que estaban siendo sometidas. En sus páginas destapaban también el complejo engranaje que tenía la cúpula de los sodálites para enriquecerse. Ni Paola ni Pedro han logrado el eco mediático de los redactores del diario ‘The Boston Globe’. De momento, Hollywood no se ha fijado en ellos para rodar una película como Spotlight (2015). Sin embargo, la trama que han protagonizado durante estos años superan con creces lo que sufrieron sus colegas norteamericanos.

'Mitad monjes, mitad soldados'. Paola Ugaz y Pedro Salinas,

“Sería muy fácil presentarme como un héroe y decir que ha valido la pena pasar por todo esto, porque lo cierto es que el precio a pagar ha sido muy muy alto, especialmente porque me costó la separación de mi familia y de mis hijos”, relata Pedro. Y continúa: “Yo tenía el privilegio de tener una situación económica holgada, pero me he visto obligado a ir vendiendo los activos que tenía para poder mantener esta investigación y, sobre todo, para hacer frente a esta campaña de acoso y derribo en el ámbito mediático y judicial, que ha sido feroz, ha sido brutal”.

Eso sí, a pesar de este aciago contexto, Paola y Pedro agradecen que también han contado con el apoyo de muchos que, en los momentos más críticos, dieron un paso al frente para dar la cara y denunciar el calvario que habían padecido: “Aun así, éramos un colectivo de 20 o 30 personas que nos estábamos enfrentando a un monstruo de dimensiones avasalladoras”.

Años de persecución

“Ha sido una película de terror con siete años de persecución. No esperábamos tamaña venganza y persecución contra los que hemos investigado, a pesar de constatar que es una organización muy peruana, en el sentido de que se mezclan intereses políticos y empresariales oscuros”, confiesa Ugaz a ‘Vida Nueva’. A las amenazas de muerte a ellos y a sus familias, el allanamiento de la casa de campo de Salinas y la presencia de drones espías, se sumó una orquestada operación judicial, “acusándonos de lavado de activos y enriquecimiento ilícito, de comercializar uranio y plutonio con la familia Vargas, asociándonos a un grupo extremista de Oriente Medio”.

A pesar del sobrecoste emocional y económico, y del hostigamiento permanente sufrido en un país con una alta tasa de criminalidad y en el que –como ella misma sabe, “puedes contratar sicarios de manera muy barata”–, Paola nunca pensó en tirar la toalla: “Era muy importante sobrevivir al ataque para contarlo, porque no podíamos dejar como periodistas que, por el miedo a no investigar a una organización poderosa, todo cayera en dique seco. Me viene la imagen de un barquito pequeño que, con su mástil –que es el periodismo– se enfrenta a un tsunami y sale adelante”.

Paola Ugaz y Pedro Salinas, autores de 'Mitad monjes, mitad soldados'

En este devenir jugó un papel clave su viaje a Roma, en noviembre de 2022, para encontrarse con el papa Francisco. Lo hizo por pura asfixia vital: “Fui obligada por las circunstancias, desesperada y abrumada por los ataques, porque tenía la certeza de que en mi país no iba a encontrar justicia y sí tenía esperanza en él. ¡Qué cara me vería para reaccionar de inmediato! Estoy convencida de que, sin el apoyo de la comunidad internacional y del Papa, yo habría sido encarcelada”, relata a esta revista.

Este grito por la verdad se tradujo en la ‘misión especial’ que el Pontífice argentino encomendaría poco después al arzobispo Charles Scicluna y al sacerdote Jordi Bertomeu, oficial de Doctrina de la Fe. Para la periodista, este encargo “lo cambió todo”, porque pudieron corroborar sobre el terreno “la inmensidad de poder que tenía esta organización en un país que es adicto a la corrupción”. Fue así como empezaron a reconstruir la historia delictiva del Sodalicio, hasta que varias voces eclesiales comenzaron a reclamar su disolución.

Tomar forma

Salinas comenzó a creer que la posibilidad de una supresión “comenzaba a tomar forma” tras las expulsiones hace unos meses de la cúpula fundadora, incluido el propio Figari. Aun así, no puede ocultar su desazón cuando vio que los sodálites llegaron hasta el Papa e intentaron hacer creer en público que les había respaldado. A esto se ha unido “la estrategia de ir a por Bertomeu, el eslabón más débil en todo esto, intentándole sentar en un tribunal peruano y ante la Rota romana”. “¿Qué rayos está pasando acá?”, llegó a pensar el periodista peruano.

Con este panorama, Paola y Pedro se encontraron con Francisco el pasado 9 de diciembre, en medio del penúltimo intento de los sodálites por desacreditarles a ellos y a los enviados papales: “En la reunión nos confirmó que lo iba a suprimir, pero que quería hacerlo bien y con los tiempos adecuados. Yo interpreté que nos tocaría esperar, pero, a la vista está, lo determinó bien rapidito”.

Un poco de paciencia

“El Papa nos pidió un poco de paciencia, pero yo no estaba muy convencido, porque llevábamos esperando demasiado tiempo la solución final y a mí ya no me consolaba aquello de que los tiempos de la Iglesia no son los tiempos de los hombres, sobre todo porque los tiempos de las víctimas son verdaderamente angustiosos”, comparte Salinas al echar la vista atrás a esta última etapa.

Ahora, con el cierre ya certificado del grupo, ¿cómo se desarma todo el emporio financiero? “Ese capítulo no está escrito todavía”, comenta Ugaz, que confía en la destreza de Bertomeu, designado para ir desmantelando la estructura y reconducir esos fondos para indemnizar a las víctimas.

A falta del decreto oficial de la Santa Sede que esclarezca el alcance de la disolución, Salinas deja entrever su preocupación por el hecho de que la clausura quede únicamente limitada al Sodalicio. “Debería englobar a las otras ramas del movimiento, como la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y las Siervas del Plan de Dios”, explicita. Aunque su verdadero empeño es que “llegue la reparación integral a todas y cada una de las víctimas, porque no son pocas las que han sido denigradas mezquinamente”.

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