Juan Mari Laboa: “El Concilio Vaticano II nos llama a transmitir el amor de Dios, no el padrenuestro en latín”

El historiador presenta su autobiografía ‘Nada sin el otro’ (Khaf) en Madrid, en un acto compartido con un perfil de Martín Velasco formado por Antonio Ávila

Juan Maria Laboa y Antonio Ávila, durante la presentación de sus libros de la editorial Khaf

Con los acordes de ‘La vida es bella’ en un violín. Así comenzaron a vibrar ayer por la tarde los ecos vitales de Juan Mari Laboa, durante la presentación de ‘Nada sin el otro. Vivir contemplando el signo de los tiempos’ (Khaf), un retazo autobiográfico del historiador de la Iglesia. Junto a él, el sacerdote Antonio Ávila  dio a conocer su libro ‘Juan de Dios Martín Velasco. Testigo del Dios que nos habita’ (Khaf).



Laboa compartió que “la Iglesia es una institución imposible porque quiere abarcar a gente de todo padre y de toda madre, por lo que la convivencia siempre ha sido muy difícil”. “Eso es lo que le ha llevado a contemplar la institución, unas veces con cercanía y otras con lejanía, con más o menos rechazo según las circunstancias”, dijo justo después. Más allá de esto, llamó a superar la mirada de la Iglesia desde “unos preceptos complejos” para considerarla como casa de “acogida con nuestro dolor y con nuestras consecuencias”. “Francisco la ha definido de manera excepcional como hospital de campaña”, señaló.

La manzana de Eva

Para el historiador, “el Concilio Vaticano II nos ha transmitido que hay que estar cerca de la gente, ver cuales son sus tristezas y angustias para transmitir el amor de Dios, no el padrenuestro en latín o la manzana de Eva”. “El cristianismo tiene que intentar hoy expresiones, teorías o tradiciones de otros siglos que no son el Evangelio”, dejó caer.

“España ha sido una Iglesia muy tradicional desde el siglo XIX que defendía la unión Iglesia-Estado, que se tradujo en el siglo XX en cerrazón a la teología y al Concilio Vaticano II”, añadió Laboa en otro momento, para subrayar que “el cardenal Tarancón es el hombre que hace que la democracia se acepte en el ámbito cristiano y hace que la Iglesia española acoja el Concilio Vaticano II”.

La periodista y escritora, Julia Navarro, que apadrinó la presentación, señaló sobre la obra de Laboa que “no es un libro sobre él, sino sobre la historia de la Iglesia en España”. “Aborda cualquier discrepancia con las autoridades eclesiales con elegancia y respeto”, apreció.

Al ahondar en la figura de Martín Velasco, Antonio Ávila destacó del que fuera rector del seminario de la archidiócesis de Madrid que era un “maestro de humanidad y de vida cristiana, era de una claridad y una lógica tal como maestro que no podías hacer resumen, tenías que coger todo”. “El libro es una pequeñita a la persona de un gran hombre como Juan y a su pensamiento, las mayúsculas y los subrayados se quedan pequeños al lado de su figura”, dijo sobre la obra. “Para mí, escribir sobre la persona de Juan ha sido entrar en terreno sagradísimo y ha supuesto para mí una catarsis complicada”, admitió Ávila, que entró en el seminario con 16 años y fue ahí cuando le conoció como docente.

Creatividad extraordinaria

En el acto también intervino Antonio Fernández, responsable de la Fundación Edelvives, que gestiona el sello Khaf, recordó que la colección ‘Memoria viva’, en la que se enmarcan estas dos obras,  que busca ofrecer el perfil más completo de  “personas clave en la recepción del Concilio Vaticano II”. Entre los libros ya publicados se encuentran los recuerdos del cardenal Tarancón y de Dolores Aleixandre.

Por otro lado, tomó la palabra el laico marista José María Pérez Soba, director de la colección ‘Memoria viva’, defendió esta apuesta editorial en tanto que “hemos recibido el depósito de la fe para hacerla viva”. “El Concilio Vaticano II ha sido el acontecimiento de la historia moderna de nuestra Iglesia, un hecho único que hay que conservar, no como arqueólogos, sino para aprender de su creatividad extraordinaria”, suscribió. Desde ahí, subrayó que “mantener viva esta memoria real nos ayuda a construir futuro, un futuro sinodal”.

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