El Papa inicia los trabajos del Sínodo con dos normas: hablar claro y escuchar

  • La Primera Congregación General echa a andar con las palabras de Francisco, el patriarca Sedrak y los cardenales Grech y Hollerich
  • “Tendremos una buena Asamblea si dejamos a un lado los intereses personales”, ha avisado el Pontífice

El papa Francisco en el Sínodo de la Sinodalidad apertura

La Primera Congregación General de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos ‘Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión’ ha comenzado como se hará todos estos días: rezando.



Después, el presidente delegado y patriarca de Alejandría de los Coptos, Ibrahim Isaac Sedrak, ha comenzado su intervención señalando que “Jesucristo continúa mostrando su amor por la Iglesia inspirando un Sínodo para una Iglesia sinodal”. En este sentido, ha agradecido al Papa la convocatoria, porque “nos regala la alegría de encontrarnos y caminar juntos”.

El patriarca copto ha destacado que en los sínodos anteriores se recorrían caminos ya conocidos, sin embargo, este “nació de una gran consulta al Pueblo de Dios”.

Durante este tiempo, “ha brotado en nosotros la necesidad de una conversión permanente que nos recuerda que las estructuras y nosotros mismos no somos el centro, sino que es Cristo, que por medio del Espíritu Santo nos libera de nuestras esclavitudes, miedos, aislamientos y nos da la gracia de experimentar la plenitud de la vida y del amor”.

Sedrak ha concluido su intervención antes de dar paso a Francisco pidiendo al Señor que “nos conceda el valor y la valentía de caminar juntos y dejar que el Espíritu nos purifique”, y a María que “pueda guiar nuestro pasos y esté en medio de nosotros como lo estuvo con los discípulos”.

Recuperar la sinodalidad

El Pontífice, por su parte, ha recordado -al igual que hizo en su encuentro con Vida Nueva en julio- que fue san Pablo VI quien dijo que la Iglesia en Occidente había perdido la idea de la sinodalidad, lo que le llevo a impulsar la Secretaría del Sínodo de los Obispos.

“Desde entonces, la sinodalidad, que no estaba madura, se ha desarrollado”, ha insistido recordando su propia participación en otras asambleas en las que había temas vetados para la votación, porque “no teníamos la costumbre todavía de expresarnos con libertad”.

Una vez más, el Papa ha insistido en que el “Sínodo no es un parlamento, ni una reunión de amigos para resolver algunas cuestiones u opinar”. ¿Y por qué lo dice? “Porque el protagonista es el Espíritu Santo. Si está presente entre nosotros y nos guía será un Sínodo bueno, pero si vamos adelante con intereses personales no lo será”, ha remarcado para luego recalcar: “Si el Sínodo concluye con una síntesis monocromática significará que el Espíritu no ha estado aquí dentro”.

En un extenso discurso, en el que Jorge Mario Bergoglio ha dejado muchas veces los papeles a un lado para hablar de forma espontánea, ha pedido a los padres y madres sinodales que no “pongan triste al Espíritu Santo”. Y lo ha explicado: “Las palabras vacías, los chismes -una enfermedad común en la Iglesia- le ponen triste”. Por ello, ha invitado a todos a hablar con claridad, porque “si no nos decimos las cosas a la cara difícilmente podremos dejar atrás esta enfermedad”.

Antes de concluir sus palabras, el Papa ha recordado que la prioridad durante estos días es la escucha: “Más que hablar, lo que tenemos que hacer es escuchar”.

‘No’ a los bandos

Por su parte, el secretario general del Sínodo, el cardenal Mario Grech, ha destacado que “hoy la Iglesia se encuentra en una encrucijada -y el desafío urgente no es eclesiológico o teológico-, pues en este momento de la historia la Iglesia debe convertirse en un signo del amor de Dios por cada hombre y cada mujer”.

Según ha expresado el purpurado, “el amor de Dios es la medicina que puede curar a la humanidad herida de hoy y, como Iglesia, nuestra misión es ser signo de este amor”.

Por otro lado, ha hecho hincapié en que, “concluida la primera fase, podemos decir que a lo largo del camino hemos encontrado un pueblo fiel que ama verdaderamente a Jesús y a su Iglesia”. “No han faltado incomprensiones y dificultades, pero hemos aprendido a caminar juntos. Me he topado con pastores y comunidades que desconfiaban, pero después de esta experiencia hoy alaban al Señor por este don de la sinodalidad”, ha remarcado.

Grech ha recalcado que “esta Asamblea está llamada a ser para la Iglesia un signo fuerte de sinodalidad”, porque “por primera vez tenemos aquí a hermanos y hermanas que no son obispos, que ya no son excepciones a la norma, sino miembros de pleno derecho”.

Sobre las diferencias, el cardenal maltés ha insistido en que “cuando se forman bandos, cuando uno se endurece en posiciones excluyentes, se cierra en su particularismo y se elige una parte y no el todo. Pedimos al Espíritu que todos los carismas estén al servicio de la unidad en la Asamblea y así seremos signo e instrumento”.

Solo hay una super estrella

El último en intervenir en esta Primera Congregación fue el relator general del Sínodo de la Sinodalidad y arzobispo de Luxemburgo, Jean-Claude Hollerich, SJ, quien ha empezado aclarando que “ninguno de nosotros somos la estrella de este Sínodo, porque solo hay una super estrella y ese es el Espíritu Santo”.

Sobre las distintas sensibilidades que se dan cita en esta Asamblea, ha recordado que “la Iglesia es el Pueblo de Dios que camina a través de la historia con Cristo en el medio. Es normal que haya un grupo caminando a la derecha y otro a la izquierda. Es normal que haya algunos que corren por delante y otros que se quedan atrás…”.

Hollerich ha concluido aludiendo a las palabras de Francisco sobre el Sínodo y los parlamentos. En estos “se propone la opción A y la oposición plantea la B. Pero esta no es nuestra batalla, nuestra misión es hacer un discernimiento coral y conjunto”, ha remarcado.

Noticias relacionadas
Compartir