Luto en Algeciras: “Mató al sacristán porque creía que era el cura”

Algeciras se despierta sumida en un luto, no solo oficial porque haya sido decretado por el Ayuntamiento gaditano. El desconcierto y la tristeza se han colado en cada rincón de la localidad, después de que ayer fuera asesinado el sacristán de la parroquia de La Palma, Diego Valencia Pérez, en un ataque a tres iglesias que también dejo herido de gravedad al párroco de San Isidro, el salesiano Antonio Rodríguez. La Policía detuvo poco después de los hechos a un ciudadano marroquí de nombre Yassin con un machete de grandes dimensiones y la Audiencia Nacional investiga por el momento como un presunto ataque terrorista.



Se fue para quien creía que era el cura. Le vio salir de la sacristía y por eso fue a por él”, ha relatado el párroco de La Palma, Juan José Marina, sobre lo que sucedió a las siete y media de la tarde, cuando Yassin le sentenció al grito de ‘Alá es grande, Alá es grande, vas a morir’.

¿Atentado yihadista?

Marina se encontraba en la cercana parroquia de San Antonio de Padua, presidiendo las confirmaciones, porque además es vicario territorial para la zona del Campo de Gibraltar. “En mitad de la ceremonia que yo estaba oficiando han entrado en la iglesia y han dicho que se había cometido un atentado yihadista en La Palma y entonces me fui inmediatamente para allá”, explica el presbítero al diario El Mundo.

Al llegar, vio al sacristán “muerto en la mitad de la Plaza Alta con la cabeza abierta”. Diego Valencia Pérez, de 65 años, estaba casado, con dos hijos. Además de sacristán de la iglesia, trabajaba en la Floristería del Carmen de Algeciras, por lo que era más que popular en la localidad. Cofrade de pro, llevaba a cabo un voluntariado en los barrios deprimidos de la ciudad y era un apasionado del carnaval.

Tal y como le han explicado los testigos presentes en la iglesia, la tragedia se desató al final de la misa vespertina, cuando el sacerdote ya se había marchado, Diego estaba recogiendo el altar y algunos fieles continuaban rezando. “El agresor se subió a la mesa del altar y comenzó a tirar las cosas que había encima. El sacristán comenzó a increparle y cuando se dio cuenta de que llevaba un machete echó a correr, pudo escapar, pero él lo alcanzó en la calle y lo ha matado, lo ha matado, lo ha matado”, apunta el cura al periódico que también desvela que en un primer momento, el asesino amenazó a una catequista: “Ella se puso de rodillas y le dijo: ‘No me mate, no me mate’”.

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