El fin de la era Cañizares: jubilación, no castigo

El cardenal Antonio Cañizares se jubila. Cuando tan solo le quedan cinco días para cumplir 77 años, el Papa ha dado el visto bueno para aceptar su renuncia. De esta manera, deja de ser arzobispo de Valencia después de ocho años de pastoreo y cuando se acercaba a los dos de cumplir la edad preceptiva para dejar el cargo.



Frente a otras decisiones episcopales recientes tomadas desde Roma que hablan de ceses o traslados por erradas gestiones económicas, así como posicionamientos pastorales cuestionados por el Vaticano, en el caso del purpurado valenciano tan solo la fragilidad en su salud física habría sido el condicionante para adelantar su adiós. De lo contrario, tal y como confirman fuentes vaticanas, “el deseo del Papa habría pasado por renovar su confianza como ha hecho con otros purpurados como el cardenal Ricardo Blázquez”.

Firme en sus declaraciones

Lo cierto es que desde el inicio del pontificado de Francisco, hay quien ha querido enfrentar la figura de Cañizares con Jorge Mario Bergoglio, fundamentándolo en las declaraciones públicas del cardenal vinculadas en materia política, sobre la familia, la ideología de género, las reformas educativas o la unidad de España.

Sin embargo, la beligerancia de Don Antonio nunca supuso el más mínimo reproche ni personalmente ni en la distancia por parte del pontífice argentino. “No hay más que ver los abrazos que Francisco le daba cada vez que le recibía en Roma. Eso no lo hace con los cardenales y obispos con los que mantiene diferencias o que sabe que están jugando a ser oposición”, añade otra fuente.

Encargos cumplidos

Y es que, al parecer, si algo ha valorado Francisco del cardenal Cañizares es su lealtad a los sucesores de Pedro. El purpurado valenciano se ha negado de forma rotunda a participar en las campañas internas de desprestigio que tanto en el seno de la Iglesia española como en Roma se han llevado a cabo hacia Jorge Mario Bergoglio.

Es más, según ha podido conocer Vida Nueva, “Francisco habría confiado en él algún que otro encargo de relevancia en momentos especialmente críticos donde Cañizares habría demostrado, no solo estar a la altura, sino que habría realizado un ejercicio de fidelidad incuestionable”.

Negociador nato

Precisamente esta lealtad es la que apreció en él el Papa Benedicto XVI cuando le encumbró como prefecto para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en un momento en el que en España algunos quisieron orillarle. Y esa lealtad y capacidad de diálogo fue la que supo aprovechar el cardenal Blázquez en su primer trienio como presidente de los obispos, cuando puso en sus manos la negociación del nuevo régimen fiscal de la Iglesia.

A pesar de sus diferencias manifiestas en materia ideológica con el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, su capacidad de estrechar puentes con la vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega, trajo consigo el histórico acuerdo del 0,7% del IRPF para la Iglesia, un salto en la autofinanciación y la transparencia que hoy se celebra como un triunfo, a pesar de quienes en aquel momento lo consideraron como una claudicación

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