Cañizares se despide de Valencia: “Me he desgastado por la Iglesia hasta la extenuación”

“A partir de ahora soy un obispo emérito pero no dejo de tener mi responsabilidad, sobre todo en el servicio hacia esta diócesis”. Con estas palabras, el hasta ahora cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, asumía su jubilación cuando apenas pasaban unos minutos del mediodía y se hacía efectivo el decreto del nombramiento de su sucesor, Enrique Benavent.



Desde el palacio episcopal, con un salón lleno de colaboradores y fieles, Cañizares desveló que el Papa le ha designado administrador apostólico hasta que Benavent tome posesión “para que no quede la diócesis a la intemperie”. “Todo continua como hasta ahora”, comentó, renovando en su cargo a todos los responsables de la archidiócesis, subrayando que “no se hará nada nuevo”, tal y como estipulan las normas eclesiásticas. “Continúa la misión popular, que tenemos que sacar adelante entre todos, así como el Sínodo”, añadió el ya cardenal emérito que fue acogido con una cerrada ovación que tuvo que interrumpir.

Con todo el corazón y el alma

“Os seguiré queriendo con todo el corazón y toda el alma”, compartió con los presentes, en una alocución parte de su propia carta de pastoral, en la que hizo autocrítica de su gestión, y expresó cómo “en estos años he palpado la bondad de Dios, cómo nos quiere”.

“Me he gastado y degastado por la Iglesia, a veces hasta la extenuación”, reconoció a la vez el purpurado que llegó a ser ‘ministro’ de Benedicto XVI, como prefecto para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. “He llegado a la meta, he guardado y defendido la fe”, destacó echando la vista atrás y subrayando que esperaba su renuncia “sin excusas”.

Con constantes referencias a Tomás de Villanueva, el santo valenciano intelectual y volcado con los pobres del que hoy se celebra su fiesta, Cañizares subrayó que su paso por Valencia le han sabido a “pocos años”. “¡Pero qué intensos!”, dijo a continuación. Sobre su sucesor, hizo un llamamiento a los valencianos para “ayudarle, seguirle y Dios os bendecirá, rezad por él”. A la par, desde la distancia, le mandó “mi abrazo a Don Enrique, como una piña”.

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