“Nos duelen y avergüenzan profundamente los delitos y las situaciones de escándalo que seguimos conociendo de parte de miembros de nuestro clero”, comienzan diciendo. “Nos duele por las personas que han sido heridas y abusadas y que muchas veces no han sido acogidas en su dolor. Esperamos que todos los delitos sean sancionados oportunamente por la justicia civil como corresponde y que también se apliquen las sanciones canónicas más rigurosas. El abuso no puede tener cabida en el sacerdocio”, afirman.
A continuación, reconocen vivir su vocación sacerdotal con total libertad “como una opción de seguimiento a Cristo y de servicio a los hermanos, y nos hace inmensamente felices”.
Confiesan que muchos han debido “escuchar, acoger y acompañar a víctimas de abusos, y nos impresiona y desgarra hondamente el dolor causado”. Por ello expresan su compromiso a que las víctimas “encuentren en nosotros siempre una disposición de acogida y de ayuda. Queremos trabajar la prevención de abusos en nuestras comunidades y así hacer de ellas lugares de encuentro, seguros y transparentes, donde todos se sientan acogidos y respetados. Buscaremos estar más cerca entre nosotros, los sacerdotes, atentos a las señales que indiquen cualquier atisbo de abuso, de manera de poder prevenirlos y ayudarnos. Para esto contamos también con la cercanía y apoyo de los laicos. Queremos colaborar con la justicia civil ayudando a que se logre transparencia y se apliquen las sanciones correspondientes”, asegura la carta de los más de 70 sacerdotes del clero de Santiago que ha sido leída en Misas de la arquidiócesis este fin de semana.
Concluyen expresando su esperanza de que “este tiempo de purificación nos convierta en una Iglesia menos poderosa a los ojos del mundo, pero, a los ojos de Dios, más cercana y misericordiosa, menos envuelta en el poder y más en el servicio”.
Responsabilidad de los obispos
En Santiago hay 253 sacerdotes diocesanos. Varios de ellos consultados por el diario La Tercera declararon que se abstuvieron de firmar esa carta por considerar que no mencionaba la responsabilidad de los obispos. El mismo diario afirma que el cardenal Ricardo Ezzati, arzobispo de Santiago conoció ese texto y afirmó que “apoyo la carta de los presbíteros que la suscriben. Me parece honesta y, sobre todo, coherente con la vocación, misión del ser sacerdotal”.
Carlos Irarrázaval, párroco de El Bosque, donde fue párroco Fernando Karadima, también adhirió a la misiva: “Es imposible quedarse callado. Queremos decir un téngase presente al pueblo fiel, decir que aquí hay curas felices de ser curas, que nadie nos ha obligado a ser curas”.
Por su parte, Osvaldo Aravena, dirigente del Movimiento de Laicos de Santiago e integrante de la coordinación del Sínodo Laical Chileno, dijo a Radio Bío Bío que le dan poco valor a la carta ya que el Arzobispado de Santiago no ha seguido las indicaciones del Vaticano de colaborar con la justicia y que también les genera desconfianza porque no se indica quienes son los sacerdotes que la suscriben.
Esta declaración ha sido difundida en un clima noticioso intenso que se mantuvo durante toda la semana con las sucesivas declaraciones de obispos ante la Fiscalía, algunos como testigos y otros como imputados. También continúan las reacciones a la denuncia difundida en estos días de un caso de abuso en dependencias anexas a la Catedral de Santiago, hecha el año 2015 con sanción canónica el 2018, que la Fiscalía conoció en las carpetas incautadas en el allanamiento al Arzobispado de Santiago a mediados del año pasado. En este caso también se apunta al cardenal Ezzati como encubridor.
Este mismo fin de semana, además, el fiscal Emiliano Arias dio a conocer la investigación desformalizada al Monasterio Trapense por una acusación de abuso ocurrido allí hace algunos años y que señala como culpable al actual abad, Pedro Barrientos.
