24 horas en la comunidad de agustinos recoletos de Monteagudo: así se preparan los novicios

  • Con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, Vida Nueva se cuela en un convento para conocer la realidad de un noviciado
  • El día comienza con una oración a las 7:20 horas y concluye a las 23:00 después de un momento de recreo

Noviciado Agustinos Recoletos

Son las siete de la mañana. Es viernes. En el convento de Monteagudo, en Navarra, no se necesita despertador. Un timbre despierta a toda la comunidad de agustinos recoletos –religiosos y jóvenes–. Es una casa de formación en la que viven frailes y jóvenes que se preparan para serlo. En la capilla se juntan por primera vez a las 7:20 horas para realizar la oración de la mañana: el oficio de lectura y las laudes. En algunas ocasiones, como este viernes, también hay eucaristía.

A Bernardo le ha impresionado una de las frases del salmo 99: “El Señor es bueno, su misericordia es eterna”. Aun no es ‘Fray Bernardo’. Él, como los otros jóvenes que conforman la comunidad, se encuentra en el período de noviciado, el año de formación previo a su profesión simple. “Es una etapa muy especial; aquí te empiezas a configurar con Cristo”, explica. Durante este año está aprendiendo “qué es la vida en comunidad, cómo es nuestra Orden, cómo adentrarme en mi vida interior…”.

El Moncayo se divisa a través de la ventana del comedor. Está nevado. Sobre esto dialogan los jóvenes y los frailes durante el desayuno. “¿Qué tal has dormido?”. Esta es la pregunta rutinaria cada mañana. A continuación los jóvenes emprenden la limpieza de las distintas partes del histórico convento de Monteagudo. Es inicio de mes y a Bernardo le toca una nueva tarea: el claustro. “Es muy grande”, confiesa entre risas.

Formación y oración

Todos los días, excepto los fines de semanas, los novicios tienen clases de formación a las 9:30 horas. Hoy la da el agustino recoleto Francisco Javier Jiménez, prior de la comunidad. La enseñanza de este viernes: las constituciones de la Orden de Agustinos Recoletos.

La formación concluye a las 12:00 horas, momento en el que los jóvenes acuden a su habitación. Es el momento de habitación: “Una hora para que interioricen lo que han aprendido en la mañana”. Así lo explica Wilmer Moyetones, agustino recoleto y maestro de novicios.

La hora intermedia, el ángelus y la lectura en comunidad anteceden al almuerzo. Para comer hay sopa monteagudesca. Es un caldo con chistorra, espárragos y huevo. De segundo, pollo. “Comemos muy bien, muy sano”, dice Juan Carlos, otro de los jóvenes novicios.

El cambio en la Vida Religiosa

Hoy han venido a comer tres amigos y compañeros del prior de la comunidad en su noviciado. Tras la comida, la comunidad comparte con ellos el recreo y le preguntan acerca de su vida. En este rato los jóvenes constatan cómo ha cambiado la vida religiosa. Uno de los invitados comenzó el noviciado con 16 años; ellos lo han hecho con al menos 21 años. Alguno, hasta con 29.

A las cuatro de la tarde los novicios se vuelven a juntar para el acto mariano y la oración comunitaria. Es previo al deporte o las clases de música, dependiendo del día. Este viernes toda la comunidad, los religiosos incluidos, salen a caminar hasta Tulebras, el pueblo colindante con Monteagudo.

Como la eucaristía se celebró por la mañana, tras el paseo tiene lugar la ‘Lectio divina’ –habitualmente preparada por uno de los jóvenes– seguida del rezo de las vísperas y las completas. El día concluye en comunidad. Tras la cena hay un momento de recreo comunitario. Se juega a las cartas, al ajedrez, al dominó, al dominó cubano… En esta casa de formación el día concluye a las 23:00 horas. Todo calla de nuevo, preparándose para un nuevo día.

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