El “kairós” amazónico

Reacciones al anuncio de un Sínodo para la Amazonía en 2019

En su reciente visita a Colombia, el día 10 de septiembre, el papa Francisco se encontró con un buen grupo de jesuitas en Cartagena. Cuando yo personalmente le agradecí por su empeño e interés por la Amazonia en un momento privilegiado del encuentro, el Santo Padre me respondió: “vamos a organizar un Sínodo”; le apreté con fuerza la mano y le expresé mi beneplácito.

Efectivamente, atendiendo a las urgencias de la Amazonia: sus desafíos y amenazas, a la voluntad de sus pobladores; como también a la dinámica reciente de la Iglesia en este territorio, el papa Francisco convocó oficialmente a un Sínodo para la Región Panamazónica, que tendrá lugar en Roma en octubre del 2019.

El Santo Padre manifestó ese deseo durante el Ángelus del domingo 15 de octubre, en la plaza de San Pedro en Roma, al término de la misa de canonización de 35 bienaventurados de Brasil, México, España e Italia; deseo que ya le había expresado a su amigo, el cardenal brasileño Claudio Hummes, Presidente de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) y de la Comisión Amazónica de la Conferencia de los Obispos del Brasil (CNBB), como también a algunos de los obispos del Perú y del Ecuador en sus recientes visitas ad limina; o en el llamado a cuidar de la Amazonia, que les hizo a los obispos brasileños en Río de Janeiro o a los colombianos, en su visita reciente al país. Reconociendo que esta buena nueva para toda la humanidad y para su entorno es un signo de los tiempos, y es también el fruto de un camino que la Iglesia ha recorrido últimamente en el territorio, con una visión panamazónica, que se expresa en la REPAM, una nueva eclesialidad para la misión en este vasto territorio.

Discernimiento en común

El objetivo principal de esta convocatoria según el papa Francisco será el de “buscar conjuntamente nuevos caminos para la evangelización de aquella porción del Pueblo de Dios, especialmente de los indígenas, a menudo olvidados y sin la perspectiva de un futuro sereno, al igual que la causa de la crisis de la selva Amazónica, pulmón de capital importancia para nuestro planeta”.

Por lo mismo, hemos acogido con alegría esta noticia, pensando en la Iglesia latinoamericana,  Amazónica, y sus desafíos. El cardenal Hummes, al recibir en Roma directamente el anuncio del Papa, expresó que este Sínodo será “importante para la evangelización misma, para el anuncio explícito de Cristo. Y, en el caso de la Amazonía, para hablar de todo lo que la Iglesia debe hacer en el nombre de Jesucristo a favor de la cuestión socio-ambiental; donde los pueblos, sobre todo los pueblos indígenas y las comunidades amazónicas, sean sujetos de su propia historia”.

Durante una entrevista, el Secretario Ejecutivo de la REPAM, Mauricio López, subrayó algunos puntos fundamentales de esta trascendental comunicación. a) Es un kairós de Dios para la Amazonia, pues, desde el Espíritu, es la ocasión de hacer un discernimiento en común, sobre lo que Dios quiere de nosotros como Iglesia encarnada y de salida en este territorio, contemplando a sus pobladores y su exuberante naturaleza. b) Es un momento de esperanza y de un llamado explícito a un compromiso mayor. c) Es la posibilidad de escuchar el grito de la Madre Tierra y de los pobres de la Amazonia y, particularmente, de los pueblos indígenas amenazados por la crisis que vivimos. d) Es la oportunidad de encarnar desde el territorio la encíclica Laudato si’ y de renovar nuestra espiritualidad, nuestra teología y nuestra pastoral, al servicio de la sociedad, de los propios pueblos y de las comunidades amazónicas.

Desde una ecología integral, categoría central que fundamenta la encíclica Laudato si’, requerimos desde nuestra espiritualidad respetar, reconocer y dialogar con las espiritualidades de los pueblos de la Amazonia, que tienen una relación espiritual, armónica, de reciprocidad con el territorio, en donde habitan sus ancestros, los espíritus que orientan y dan sentido a su vida y, por lo tanto, a su propia identidad cultural, su lengua, sus tradiciones, su futuro.

Como nos dice el mismo secretario de la REPAM: “deseamos, que el Sínodo de la Amazonia no sea sólo de la Amazonía, sino que sea también la posibilidad para que otros biomas o territorios, que también están en proceso de articularse, como redes eclesiales, se sientan implicados para ir pensando sus propios proyectos integrados y encarnados, como pueden ser los de la cuenca del Congo con la Red Eclesial de la Cuenca del Congo (RECAB) o la realidad de los bosques tropicales, de la Oceánica en Asia Pacífico, el Corredor Biológico Mesoamericano, la cuenca del Río de La Plata o el Acuífero Guaraní”.

Participación, aprendizajes y profetismo

Desde nuestra experiencia de estar en la Amazonia, ya sea como Iglesia, como REPAM o como congregación religiosa, es decir, como Compañía de Jesús, aprendiendo día a día y descubriendo las maravillas de Dios en lo cotidiano y en lo grandioso de la naturaleza, quisiéramos que, siendo el Sínodo un espacio reservado a los obispos, sea un proceso suficientemente participativo de varias etapas, de mucha escucha y respeto por la naturaleza y por la historia; y, por lo mismo, de aprendizaje con las lecciones que nos traen los pueblos originarios, como también los que han migrado durante varios siglos y se han instalado allí: campesinos, ribereños, afroamericanos o ciudadanos de las grandes ciudades como Manaus, Belem, Iquitos, etc.; en general, una población de gran diversidad y con problemáticas y realidades muy diferentes.

Quisiéramos que este espacio sinodal, pensado más allá de un recinto en Roma o de un grupo de obispos representando la Iglesia amazónica, sea una experiencia profética y de conversión eclesial, al poder ser anuncio de una esperanza nueva que surge del territorio y, a su vez, de una denuncia por todo lo que atenta contra la vida de la Creación y de los pueblos amazónicos, donde otras Iglesias y comunidades, sean ellas católicas o no, en un espíritu ecuménico, podamos entrar en comunión y apoyarnos solidariamente.

Por todo ello, desde la REPAM, organismo eclesial que busca responder a los desafíos de la evangelización de la región Panamazónica y al imperativo de su cuidado y defensa, incluyendo, por supuesto, las comunidades que la habitan, en especial los pueblos indígenas, ya en el reciente encuentro del Comité Ejecutivo Ampliado, realizado en la ciudad de Santarem (Brasil) a comienzos del mes de octubre, hemos considerado lo que podría ser nuestra contribución al Sínodo y se lo queremos explicitar al Santo Padre próximamente, en su visita al Perú en enero, durante la cual viajará también a la ciudad de Puerto Maldonado, en la provincia amazónica de Madre de Dios.

Pidamos al Dios de la vida que seamos capaces de estar a la altura del compromiso que supone responder como Iglesia a este gran desafío que se nos plantea hoy; y que este camino eclesial, como las conclusiones del Sínodo, nos alienten a vivir una Iglesia con un verdadero rostro amazónico.

 

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