Ninguna pena de muerte en el Año de la Misericordia

Francisco propone a los gobernantes que paralicen toda ejecución

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ANTONIO PELAYO (ROMA) | “Hago un llamamiento a la conciencia de los gobernantes a fin de que lleguen a un consenso internacional para abolir la pena de muerte. Y propongo a cuantos entre ellos son católicos hacer un gesto valiente y ejemplar: que no se ejecute ninguna condena en este Año Santo de la Misericordia”. Después de la oración del ángelus del domingo 21, Francisco hizo esta petición a los gobernantes del mundo entero, con ocasión de la celebración en Roma de un congreso internacional convocado por Sant’Egidio sobre el tema Un mundo sin pena de muerte. Celebrado al día siguiente, lo presidió el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, y en él participaron los ministros de Justicia de varios países.

Antes de su llamamiento, el Papa afirmó que “un signo de esperanza lo constituye el desarrollo, en la opinión pública, de una cada vez más difundida oposición a la pena de muerte incluso como instrumento de legítima defensa social. En efecto, las sociedades modernas tienen la posibilidad de reprimir eficazmente el crimen sin negar definitivamente a quien lo ha cometido la posibilidad de redimirse. El problema debe encuadrarse en la óptica de una justicia penal que sea siempre más conforme con la dignidad del hombre y con el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad, y también una justicia penal abierta a la esperanza de reinserción en la sociedad. El ‘no matarás’ tiene un valor absoluto y protege tanto al inocente como al culpable. (…) También el criminal mantiene el inviolable derecho a la vida, don de Dios”. Su intervención, que fue muy aplaudida por la multitud que llenaba San Pedro, finalizó con otro llamamiento, “a todos los cristianos y hombres de buena voluntad, para actuar no solo en favor de la abolición de la pena de muerte, sino también con el fin de mejorar las condiciones carcelarias, por respeto a la dignidad de las personas privadas de libertad”.

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Católicos de EE.UU. protestan contra la pena capital

Si estos llamamientos son nuevos, no lo es que Bergoglio haya manifestado en más de una ocasión su oposición a la pena capital. La última fue la carta que dirigió a Federico Mayor, presidente de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte. “Hoy día –dice en ese texto– la pena de muerte es inadmisible por cuanto grave haya sido el delito del condenado. (…) No hace justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza. Para un estado de derecho, la pena de muerte representa un fracaso porque obliga a matar en nombre de la justicia. (…) Nunca se alcanzará la justicia dando muerte a un ser humano”.

“La justicia humana –prosigue la carta, que lleva fecha del 20 de marzo de 2015– es imperfecta y no reconocer su falibilidad puede convertirla en fuente de injusticias. (…) La pena capital es, además, un recurso frecuente del que echan mano algunos regímenes totalitarios y grupos de fanáticos para el exterminio de disidentes políticos, de minorías y de todo sujeto calificado como peligroso o que pueda ser percibido como una amenaza para su poder o para la consecución de sus fines. Como en los primeros siglos, también en el presente la Iglesia padece la aplicación de esta pena a sus nuevos mártires”.

La Comunidad de Sant’Egidio lleva años luchando en este frente con resultados nada desdeñables. Baste recordar que, en la última votación llevada a cabo en 2014 en la Asamblea General de la ONU, 114 países se declararon a favor de la abolición de la pena de muerte y, desde entonces, otros países, sobre todo africanos, la han eliminado de sus constituciones.

Jubileo de la Curia

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Procesión de entrada en la misa por el Jubileo de la Curia

El día 22, solemnidad litúrgica de la Cátedra de San Pedro, el Papa presidió una eucaristía en la basílica vaticana con motivo del Jubileo de la Curia romana, a la que asistieron los cardenales, obispos y sacerdotes miembros de dicho organismo. También asistieron todos los que trabajan en el Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano y en otras instituciones vinculadas a la Santa Sede; en total, algunos miles de personas.

En su homilía, el Santo Padre recordó a sus colaboradores el deber de que, “también en nuestros ambientes de trabajo, podamos sentir, cultivar y practicar un fuerte sentido pastoral, sobre todo hacia las personas que encontramos todos los días. Que nadie se sienta abandonado o maltratado, sino que todos puedan experimentar, antes de nada aquí, el cuidado presuroso del Buen Pastor”.

Para completar informativamente la jornada, la Secretaría para la Comunicación hizo público un comunicado en el que anunciaba que, a finales de este mes, cesarán en sus cargos el padre Federico Lombardi como director general y Alberto Gasbarri como director administrativo de Radio Vaticano. También se precisaba que no serían sustituidos “por análogas figuras directivas”, sino por un único representante legal y responsable de la oficina administrativa, cargos que ocupará Giacomo Ghisani, actualmente vicedirector de la Dirección General de la Secretaría para la Comunicación.

Todas estas decisiones, ceses y nombramientos se hacen en vistas de la unificación de Radio Vaticano y del Centro Televisivo Vaticano (administrado desde hace algunos meses por Stefano D’Agostini), una vez que la Sala de Prensa de la Santa Sede y el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales están ya –como reconoce el comunicado– realmente unificados, aunque sea desde el punto de vista administrativo, sin que haya modificación alguna sobre las competencias de la Secretaría de Estado por lo que se refiere a la comunicación institucional.

Esto último deben tenerlo bien claro quienes esperaban o deseaban un cierto “desenganche” de las altas esferas vaticanas de los mecanismos informativos.

En el nº 2.978 de Vida Nueva

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