Francisco: “Los divorciados no están excomulgados, forman parte siempre de la Iglesia”

El Papa dedica agosto a preparar el Sínodo de la Familia y sus viajes a América y África

Francisco bendice a un matrimonio con sus hijos en una audiencia en el Aula Pablo VI

Francisco bendice a un matrimonio con sus hijos en una audiencia en el Aula Pablo VI

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Desde la última crónica ha pasado poco más de un mes, caracterizado por una “sequía” informativa sin precedentes. Francisco ha dedicado estas semanas a su descanso y a preparar la intensísima agenda que le espera en los próximos meses: el viaje a Cuba y Estados Unidos, la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, su primer viaje a África, la apertura del Año Santo de la Misericordia o la reforma de la Curia.

Algunos nombramientos sin especial relevancia en la curia y en diversas diócesis del mundo, mensajes a cardenales que han sido sus legados en varias ceremonias o alguna audiencia esporádica han sido las únicas “noticias” de este período. Valga un paréntesis: el 1 de agosto, el Papa nombró a Alberto Ortega Martín nuncio apostólico en Jordania e Irak. Este madrileño de 52 años entró en el servicio diplomático de la Santa Sede en 1997 y ha trabajado en las nunciaturas de Nicaragua, África del Sur y Líbano, así como en la sección para las Relaciones con los Estados, donde se ocupaba de los países de Oriente Medio.

El Papa ha acudido cada domingo a su cita con los fieles para el rezo del ángelus y, en agosto, se reanudaron las audiencias de los miércoles, celebradas en el Aula Pablo VI para proteger a los fieles de las tórridas jornadas agosteñas. En la primera audiencia de agosto –el miércoles 5–, Bergoglio retomó sus reflexiones sobre la familia y, concretamente, sobre “cómo cuidar de aquellos que, después de un fallo irreversible de su unión matrimonial, han comenzado una nueva unión”; problema, como sabemos, que figura entre los más polémicos del próximo Sínodo.

“La Iglesia sabe que esta situación contradice el sacramento cristiano”, comenzó diciendo, para añadir sutil que, sobre esta realidad humana, la de la Iglesia es una “mirada de maestra, que viene siempre de un corazón de madre que, animado por el Espíritu Santo, busca siempre el bien y la salvación de las personas”. A continuación, indicó que, por “amor a la verdad”, es necesario “discernir bien las situaciones”.

Así, citó a Juan Pablo II en su exhortación apostólica Familiaris Consortio y puso como ejemplo “la diferencia entre quien ha sufrido la separación respecto de quien la ha provocado”. Luego, la atención del Papa se dirigió a los “hijos pequeños”, concluyendo que es urgente “una acogida real hacia las personas que viven esas situaciones”, para evitar “añadir otros pesos a aquellos que los hijos en estas situaciones ya tienen que cargar”.

Su conclusión la formuló así: “Es necesaria una acogida fraterna y atenta, en el amor y en la verdad, hacia los bautizados que han establecido una nueva convivencia después del fracaso del matrimonio sacramental; de hecho, estas personas no son excomulgadas, no están excomulgadas y no deben absolutamente ser tratadas como tales; forman parte siempre de la Iglesia”.

Después de citar a Benedicto XVI, que descartaba la “recetas simples” en estos casos y recomendaba “un discernimiento atento y un sabio acompañamiento pastoral”, Francisco invitó a que las comunidades animen a estas personas a desarrollar su pertenencia a la Iglesia y a Cristo “con la oración, con la escucha de la Palabra de Dios, con la frecuente participación en la liturgia, con la educación cristiana de los hijos, con la caridad y el servicio a los pobres, con el compromiso por la justicia y la paz”.

Citándose a sí mismo (Evangelii gaudium, n.47), afirmó: “Ninguna puerta cerrada. Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial; todos pueden formar parte de la comunidad. La Iglesia es la casa paterna donde hay sitio para cada uno, con su vida a cuestas”.

Fiesta, trabajo y oración

En la audiencia del día 12 inició un ciclo reflexivo sobre tres dimensiones de la vida familiar: la fiesta, el trabajo y la oración. “La fiesta es una invención de Dios –comenzó diciendo–; no es la pereza de quedarse en un sillón o la embriaguez de una estúpida evasión, no. La fiesta es sobre todo una mirada amorosa y grata sobre el trabajo bien hecho; festejamos el trabajo”.

“El verdadero tiempo de la fiesta –aseguró– suspende el trabajo profesional y es sagrado porque recuerda al hombre y a la mujer que han sido hechos a imagen de Dios, que no es esclavo del trabajo, sino Señor, y por lo tanto también nosotros no debemos nunca ser esclavos del trabajo, sino ‘señores’. Hay un mandamiento sobre esto, un mandamiento que atañe a todos, nadie está excluido. Y, sin embargo, sabemos que hay millones de hombres, e incluso de niños, que son esclavos del trabajo. En nuestro tiempo hay esclavos, esclavos del trabajo, y eso va contra Dios y contra la dignidad de la persona humana. La obsesión por los beneficios económicos y las exigencias de la técnica ponen en peligro los ritmos humanos de la vida”.

“Vemos, por el contrario –recalcó dolorido–, que la ideología de los beneficios y del consumo quiere comerse también la fiesta: también ella es reducida a un ‘negocio’, a un modo de hacer dinero y de gastarlo. (…) La avidez por consumir, que lleva consigo el despilfarro, es un virus maligno que, además, nos hace sentirnos al final más cansados que al principio. Daña al trabajo auténtico y consume la vida. Los ritmos desarreglados de la fiesta producen víctimas, con frecuencia víctimas jóvenes”.

En la audiencia del miércoles 19 continuó reflexionando sobre el trabajo: “El trabajo, lo he repetido mil veces, es algo propio de la persona humana. Expresa su dignidad de haber sido creado a imagen de Dios. Por eso se dice que el trabajo es sagrado. Y por eso la gestión del empleo es una gran responsabilidad humana y social que no puede ser dejada en manos de unos pocos o descargada sobre un ‘mercado’ divinizado”. “La moderna organización del trabajo –dijo en otro momento– muestra a veces una peligrosa tendencia a considerar a la familia como un obstáculo, un peso, un pasivo para la productividad del trabajo. Pero preguntémonos: ¿qué productividad? O, ¿para quién?”.

Por otro lado, el 10 de agosto se hizo público que el Santo Padre ha instituido la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que será celebrada el 1 de septiembre en toda la Iglesia católica. Como reconoce el Papa, se trata de una iniciativa paralela a la que desde hace tiempo tomó la Iglesia ortodoxa. “La celebración de la Jornada en la misma fecha que la Iglesia ortodoxa –ha explicado Francisco en la carta en la que instituye la cita– será una buena ocasión para testimoniar nuestra creciente comunión con los hermanos ortodoxos. Vivimos en un tiempo en el que todos los cristianos afrontamos idénticos e importantes desafíos, y a los que debemos dar respuestas comunes si queremos ser más creíbles y eficaces”.

No se verá con las FARC

Representantes de las FARC ofrecen una rueda de prensa en La Habana, sede del diálogo

Representantes de las FARC ofrecen una rueda de prensa en La Habana, sede del diálogo

Cambiando de asunto, si hay un tema sobre el que la diplomacia vaticana se muestra siempre cauta, es el de su posible mediación en alguno de los múltiples casos en que se ha evocado esa posibilidad. Por eso fue muy escueto el comunicado vaticano del 19 de agosto en el que se afirmaba que “en la agenda papal del viaje a Cuba no está previsto ningún encuentro entre el Santo Padre y representantes de la FARC”.

Ese mismo día se había hecho público que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) habían solicitado ser recibidas por Bergoglio durante su estancia en Cuba, país donde desde hace tres años se desarrolla un complejo “proceso de paz” entre la guerrilla y el Gobierno de Bogotá.

No es la primera vez que la posibilidad de alguna intervención vaticana en este proceso es evocada. Después de la visita del presidente Juan Manuel Santos al Vaticano (el 15 de junio), algún periódico tituló que “el Papa se ofrece a mediar en el proceso de paz en Colombia”. No lo afirmaba el comunicado de la audiencia, que sí recogía que se había prestado “una atención particular al estado del proceso de reconciliación en curso en el país, a la complejidad de las negociaciones que conlleva y a las perspectivas que podría abrir el logro de un acuerdo de paz”.

El mismo Papa, de regreso de su último viaje a Latinoamérica, dijo que espera “que ese proceso siga adelante y, en ese sentido, nosotros estamos siempre dispuestos a ayudar de muchas maneras”.

En el nº 2.953 de Vida Nueva

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