Raúl Castro: “Si el Papa sigue así, volveré a la Iglesia”

papa Francisco recibe a Raúl Castro, presidente de Cuba, en el Vaticano 10 mayo 2015

El presidente cubano aplaude a Francisco su “papel activo” en el desbloqueo Cuba-EE.UU.

papa Francisco recibe a Raúl Castro, presidente de Cuba, en el Vaticano 10 mayo 2015

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Ni los más optimistas se habrían atrevido a pronosticar un resultado tan positivo del encuentro “estrictamente privado” que celebraron en el Vaticano el domingo 10 de abril Jorge Mario Bergoglio y Raúl Castro Ruz. Se les habría tachado de ilusos o de meros propagandistas. Pero, en este caso, la realidad ha superado la imaginación y no cabe otra conclusión que no sea la de calificar la entrevista como histórica y éxito rotundo.

A las nueve y cuarto de la mañana, a pie desde su residencia de la Casa Santa Marta, el Papa llegó a la adyacente Aula Pablo VI. Le acompañaba el prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein. Minutos después, entraba en el Vaticano por la puerta del Perugino una caravana de coches. En un flamante Masserati, puesto a su disposición por el Estado italiano, viajaba el presidente de la República de Cuba, al que seguían otros vehículos con el séquito. A su llegada, todos fueron saludados por el sustituto de la Secretaría de Estado, Giovanni A. Becciu –que fue nuncio apostólico en La Habana– y Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados. En su compañía, el presidente entró en el hall, donde le esperaba el Santo Padre, que estrechó sus manos con manifiesta simpatía. “¡Bienvenido!”, fueron sus primeras palabras de saludo.

Inmediatamente, ambos fueron introducidos en lo que el argot vaticano denomina studiolo, en realidad un saloncito con una mesa de escritorio y dos sillones. Habían pasado pocos minutos después de las 9:30 de la mañana y la puertas permanecieron cerradas durante 55 minutos; esa fue la duración de la entrevista que mantuvieron “estrictamente a solas” ambas personalidades.

Al tratarse de un encuentro no oficial, no hubo un comunicado bilateral, pero el portavoz vaticano, Federico Lombardi, hizo pública una “nota informativa” en la que definía el ambiente del encuentro como “muy cordial”. El jesuita sintetizó así el contenido de la conversación: “El presidente ha querido agradecer al Santo Padre su activo papel en favor de la mejora de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos de América; además, ha presentado al Papa los sentimientos del pueblo cubano en la espera y preparación de su próxima visita a la Isla en el mes de septiembre”. Como es obvio, los temas fueron mucho más numerosos y globales, pero de ellos no se ha dado noticia alguna.

Llegado el momento del intercambio de regalos, Castro era portador de una medalla de plata que conmemora los 200 años de la construcción de la catedral de La Habana y de un cuadro que representa una cruz construida con restos de barcos ante la que reza un emigrante. Su autor, el pintor Alexis Leyve (alias Kcho), explicó al Papa que se había inspirado en la valiente denuncia que había hecho Francisco en la isla de Lampedusa ante la tragedia de miles emigrantes muertos en el mar.

El Pontífice correspondió, por su parte, entregando al presidente un ejemplar de su exhortación apostólica Evangelii gaudium, con el siguiente comentario: “En sus páginas encontrará algunos de aquellos comentarios que tanto le gustan. Hay una parte social y otra religiosa”. También le obsequió con un medallón de bronce que representa a san Martín de Tours cuando regala a un mendigo la mitad de su capa. “Es un regalo –dijo– que hago gustoso, porque recuerda no solo el compromiso para ayudar y proteger a los pobres, sino también para promover activamente su dignidad”.

Después, los dos juntos abandonaron el recinto y Bergoglio acompañó a su huésped hasta el coche. “No se olvide de rezar por mí”, le dijo, a lo cual el mandatario cubano, llevándose la mano al corazón, respondió: “Y usted también rece por mí”. “Ya lo hago”, le atajó sonriente el Papa, despidiéndole con un cordial saludo.

papa Francisco recibe a Raúl Castro, presidente de Cuba, en el Vaticano 10 mayo 2015

La satisfacción de Castro

Desde el Vaticano, Raúl Castro se dirigió al Palazzo Chigi, residencia oficial del presidente del Consejo de Ministros de Italia. Matteo Renzi le recibió con su juvenil desenvoltura y ambos mantuvieron una reunión de trabajo sobre el estado actual de las relaciones italo-cubanas y temas concretos de la situación internacional. Finalizada la reunión, ambos mandatarios se presentaron ante los medios informativos. Prescindimos de sus declaraciones políticas.

Concluidas estas, el presidente cubano añadió: “Acabo de celebrar esta mañana una reunión muy agradable en el Vaticano con el papa Francisco, que es un jesuita. Yo también lo soy en cierto sentido, porque estudié con los jesuitas. Me han impresionado su sabiduría, su modestia y todas las cualidades que le acompañan. Yo me leo todos sus discursos y le he dicho al presidente italiano que, si el Papa sigue así, un día yo comenzaré a rezar y volveré a la Iglesia… Y no lo digo en broma. (…) Cuando venga el Papa a Cuba en septiembre, yo asistiré a todas las misas que celebre, y lo haré con gusto. (…) Yo soy un comunista cubano y el partido no ha admitido nunca a los creyentes, pero ahora ya lo estamos permitiendo; para desempeñar un cargo importante, ya no es necesario estar inscrito en el partido. (…) Me voy muy contento y satisfecho”.

Finalizada su breve estancia en la capital italiana, Castro regresó a Cuba. Dentro de unos días, llegará a La Habana Alberto Gasbarri, el organizador de los viajes papales; durante su estancia, se fijarán las coordenadas de la visita, sobre la que, por ahora, no se ha tomado ninguna decisión definitiva. Según una nota de la Conferencia Episcopal Cubana, las fechas será del 19 al 22 de septiembre y, además de La Habana, Bergoglio visitará Santiago de Cuba, Holguín y el santuanrio de Nuestra Señora de la Virgen del Cobre.

Quedan muchos flecos por resolver en el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos de América, así como en una definición más diáfana de la situación de la Iglesia católica en Cuba y de los derechos de sus fieles en materia de enseñanza y de información, pero es indudable que esta visita de Castro al Vaticano (su hermano Fidel visitó a san Juan Pablo II en 1996) supone un paso hacia adelante. Y no se olvide que, desde hace ochenta años, Cuba y la Santa Sede mantienen ininterrumpidas relaciones diplomáticas, a pesar de las tensiones que surgieron al poco tiempo de consolidarse la “revolución” y de las presiones que se hicieron sobre el Vaticano para que rompiese con la “perla del Caribe”.

Más detalles del Jubileo de la Misericordia

Por otro lado, el 5 de mayo, Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización y encargado por el Papa de organizar el Año Santo de la Misericordia, presentó a los medios el logo del mismo, Misericordes sicut Pater (“Misericordiosos como el Padre”), realizado por el artista jesuita Marko I. Rupnik, y el calendario de los mayores acontecimientos que se celebrarán en Roma a partir del 8 de diciembre y hasta noviembre de 2016.

Hay novedades que conviene destacar: la primera es que en todas las diócesis podrá abrirse una “puerta santa”, que puede ser la de la catedral, la de una iglesia especialmente significativa o la de un santuario meta de numerosos peregrinos. Es la primera vez en la historia milenaria de los jubileos que se concede este privilegio.

Otra originalidad de este Año Santo –que Fisichella calificó de “jubileo temático” y no cronológico– es el envío de los “misioneros de la misericordia”, que comenzará el Miércoles de Ceniza (10 de febrero) con una ceremonia en San Pedro presidida por el Papa. Estos sacerdotes tendrán atribuciones especiales, como, por ejemplo, poder absolver pecados habitualmente reservados al ordinario o a la sede apostólica. Es el caso, concretamente, del aborto.

El 6 de noviembre, tendrá lugar el Jubileo de los Presos. Francisco, en su deseo de llegar a las periferias existenciales, quisiera que algunos de esos detenidos en cárceles italianas o extranjeras puedan estar presentes ese día en la Plaza de San Pedro. Ya puede entenderse que no será una empresa fácil de llevar a cabo, pero cosas más difíciles ha logrado Bergoglio.

En el nº 2.941 de Vida Nueva

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir