La CEE difunde, cinco años después, su protocolo contra los abusos

Algunos obispos y canonistas desconocían el texto, aprobado en 2010

José María Gil Tamayo, secretario general de la Conferencia Episcopal Española

José María Gil Tamayo, actual secretario general de la CEE

JOSÉ LORENZO | Casi cinco años después de su aprobación, la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha presentado a la opinión pública sendos documentos en los que se recogen pautas de actuación para los obispos ante el caso de abusos sexuales por parte de sacerdotes. Se trata de dos protocolos que fueron estudiados y aprobados en el año 2010, tras la petición de Benedicto XVI de luchar contra esa lacra, y que fueron remitidos a las diócesis para el conocimientos de sus titulares.

Los protocolos, disponibles ya en la web de la CEE, fueron presentado por el secretario general de los obispos en la rueda de prensa de clausura de la reunión de la Comisión Permanente, el pasado día 26 de febrero. José María Gil Tamayo se explayó con un resumen de ambos textos que, a modo de titular, condensó luego en un “tolerancia cero, cercanía a las víctimas y presunción de inocencia”.

Pero si estos protocolos fueron aprobados en 2010, ¿por qué se hacen públicos ahora? Hasta el mismo día de su presentación, había obispos, secretarios de comisiones episcopales y canonistas que ignoraban su existencia, como pudo comprobar Vida Nueva.

“Ha habido una política de discreción total, de tal manera que algunos obispos desconocían estos protocolos o no se los habían leído. Conozco casos en los que los obispos incluso han actuado al contrario de lo que marcan estas normas. Y yo he participado el año pasado en dos procesos y en ninguno salieron estos protocolos”, señala a este semanario un canonista que prefiere mantener el anonimato

Uno de los canonistas consultados advierte que, a pesar de estos protocolos, faltan todavía políticas de prevención, por ejemplo, “que contemplen también a los seglares, como pueden ser los catequistas, pues da la sensación de que es un problema que no les pudiese afectar”. Asimismo, cree que “todavía queda mucho trabajo por hacer en el trato con las víctimas, en ayudarles en su proceso de sanación”.

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En el nº 2.932 de Vida Nueva

 

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