“Los fieles exigimos un mayor control con el dinero de la Iglesia”

Catedrático de Antropología Cristiana, Kruip pide mayor transparencia a la Iglesia germana

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RUBÉN GÓMEZ DEL BARRIO (BERLÍN) | Gerhard Kruip es catedrático de Antropología Cristiana y Ética Social en la Facultad de Teología Católica de la Universidad de Maguncia.

PREGUNTA: ¿Qué repercusiones puede tener el caso Tebartz-van Elst en el seno de la Iglesia católica alemana?

RESPUESTA: Una de las principales es que los mismos católicos alemanes se sientan inseguros o desconfíen de la capacidad económica de la Iglesia. Algo que podría influir en la disponibilidad por parte de esos fieles para dar dinero a organizaciones eclesiásticas como Cáritas, ya que muchos podrían pensar que si la Iglesia tiene tanto dinero, son más que suficientes los impuestos eclesiásticos que periódicamente se tienen que pagar en Alemania.

Esto tendría una consecuencia muy grave para esas organizaciones que dependen de esos donativos, y de ahí que sea muy importante que las organizaciones eclesiásticas o las diócesis publiquen de forma transparente sus cuentas económicas. En algunas diócesis o en muchas de las organizaciones sí se hace, pero, en otros casos no tanto, y de ahí la necesidad de ese esfuerzo para lograr una mayor transparencia.

Una labor muy complicada. No porque sus responsables no quieran, sino porque es muy difícil contabilizar, por ejemplo, el valor de los edificios que tiene la Iglesia católica. Por ejemplo, en el centro de las ciudades alemanas tradicionalmente católicas, como pueden ser Colonia o Múnich, la Iglesia tiene muchos inmuebles y resulta muy difícil contabilizar su valor.

P: Con lo cual, ¿no saben los fieles alemanes a dónde va ese dinero?

R: Algunos sí. El problema es que esa financiación no es tan fácil de entender ni de explicar, y de ahí el desconocimiento de muchos de los fieles. Hay impuestos eclesiásticos que se recaban a través del Estado; existen además dotaciones históricas que se remontan a la secularización de principios del siglo XIX; hay subvenciones que, como otras organizaciones, recibe la Iglesia por obras sociales; y luego, hay otro tipo de subvenciones para eventos especiales como el Día Mundial de la Juventud. En conjunto, una gran ramificación que, en ocasiones, hace muy complicado el entramado económico de la Iglesia.

P: La Iglesia alemana es de las más ricas del mundo. El escándalo de Limburgo se ha aprovechado desde algunos sectores para reclamar cambios en el seno de la Iglesia, una mayor democratización…

Exacto. De hecho, el tema de Limburgo se podría haber evitado si hubieran existido mecanismos efectivos de control como los que hay, por ejemplo, en el Estado, donde sí existe una división de poderes o hay un control de la contabilidad por parte de otras organizaciones. Sin duda, es necesario un control exterior del dinero y, por eso, es tan importante que haya una democratización también dentro de la Iglesia: división de poderes, controles jurídicos…

En resumen, una transparencia que se controle por parte de organizaciones independientes y que, en su conjunto, permita recuperar la credibilidad perdida. Lo que está claro es que una democratización dentro de la Iglesia no puede conllevar que haya decisiones para una mayoría sobre cuestiones dogmáticas o sobre cuestiones esenciales de la moral cristiana. Solo exigimos un mayor control o más participación de los fieles en temas como el control del dinero, la administración o decisiones en cuanto al personal.

No es necesario que solo un grupo pequeño decida, por ejemplo, quién pueda ser el próximo obispo respondiendo al antiguo principio. Tienen que decidir también aquellos a los que les afecta la decisión.

En el nº 2.895 de Vida Nueva

 

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