La Iglesia y el clero en las independencias americanas

LUCRECIA RAQUEL ENRÍQUEZ, Pontificia Universidad Católica de Chile | Cuando tocan ya a su fin las celebraciones por los Bicentenarios de los países americanos iniciadas en 2010, es la hora de los balances, pero también una nueva oportunidad para echar la vista atrás y recordar algunos de los episodios que contribuyeron a configurar la  identidad nacional de los diferentes pueblos. Estas páginas quieren detenerse en uno de esos aspectos fundacionales: el papel de la Iglesia en los procesos de independencia y el protagonismo de los múltiples actores eclesiásticos en este contexto de cambio político.

Las relaciones con la Santa Sede, la catolicidad de los nuevos Estados, los debates sobre el lugar de la Iglesia en los mismos o los primeros embates del liberalismo son algunos de los temas desarrollados en este estudio, una modesta aproximación a aquellos años que cambiaron la fisonomía de todo un continente.

Consideraciones introductorias

Publicar a fines de 2011 una nueva reflexión sobre un tema vinculado a los Bicentenarios de los países americanos parece no solo poco original, sino también de una insistencia un poco majadera. Sin embargo, no lo es tanto, porque el tema –o los temas– relacionados con la Iglesia, el clero, las monjas o la religión han sido poco abordados y, sobre todo, poco integrados a la visión política, económica, social, cultural e ideológica de lo ocurrido en América a partir de la coyuntura desencadenada por los acontecimientos de 1808 y 1810 en la Península. ¿Por qué? La respuesta es múltiple.

Por un lado, porque la construcción de las historias nacionales durante el siglo XIX, sobre todo en su segunda mitad, tuvo como contexto los enfrentamientos ideológicos entre liberales y conservadores. Por otro, cuando el historiador decide abordar el tema se encuentra con serios problemas para entenderlo en todas sus dimensiones, debido a la complejidad de los asuntos eclesiásticos. Por último, nos acercamos a la época con preguntas un tanto periodísticas, como: ¿cuál fue la posición de la Iglesia ante el cambio político?

En el fondo, estamos preguntando cuál fue el papel de la Iglesia institucional, pensando en que se dio una instrucción uniforme para abordar la situación desde Roma o desde la jerarquía local, que hubo una posición oficial de la Iglesia frente al cambio político. Lejos de ser así, reinó la diversidad por ciertas características de la Iglesia de la época que hoy día nos cuesta entender.

Mirando la Iglesia actual, o la del pasado reciente, atribuimos a la del pasado más lejano las características de “actor social” y de ser una institución gobernada desde un centro cuyos miembros obedecían a directrices de acción. Por el contrario, en la época sobre la cual estamos reflexionando, en la Iglesia había múltiples autoridades con intereses a veces contrapuestos: el rey patrón, el Papa, los superiores de las órdenes religiosas, el obispo local, por nombrar las más importantes.

Por eso, creemos que preguntarse por “el papel de la Iglesia” en la independencia americana remite a un concepto centralizado de la misma que no era el que existía. La Iglesia como institución se construyó históricamente, y un momento clave de ese proceso tuvo lugar en la nueva relación entablada por los Estados independientes americanos y la Santa Sede en el siglo XIX.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, nos parece más pertinente e interesante reflexionar sobre qué pasó con estos múltiples actores eclesiásticos en el contexto del cambio político, y hacerlo mirando al horizonte, hacia el siglo XIX, marcado por la construcción de nuevos Estados y de una Iglesia centralizada, cada vez más romana.

Además, estamos entrando en una nueva etapa del entendimiento de lo ocurrido en 1810 y los años siguientes en América. Las celebraciones de los Bicentenarios despertaron y renovaron en muchos países americanos el interés por los temas que se consideran fundacionales de la nación y, por ende, de la nacionalidad. Nos encontramos en plena etapa de publicación y circulación de nuevas interpretaciones; por eso, aún es temprano para intentar una nueva síntesis sobre cómo se han abordado e integrado a esos análisis los temas relativos a la religión, la Iglesia y los eclesiásticos.

Sin embargo, con lo que ya se ha trabajado y lo que está apareciendo, creemos que es posible presentar las nuevas temáticas de estudio. En las celebraciones de los centenarios, la historiografía eclesiástica reivindicó el papel de la Iglesia y del clero en los procesos independentistas, se centró en sus aportes y protagonismos, ante la acusación por parte del liberalismo de que la posición proespañola de la Iglesia la había restado de la construcción del Estado nación.

Hoy día, aunque esta temática no ha desaparecido –y sin menospreciar su importancia–, se ha producido un desplazamiento hacia el entendimiento de otros aspectos poco considerados por esa interpretación. Muchos de ellos eran más bien continuidades de la política religiosa monárquica, más específicamente borbónica.

De ahí que los temas que más interesan son los relativos a la relación con la Santa Sede, la Inquisición, la reforma de las órdenes regulares, el patronato, el clero secular en la política, la relación jurisdiccional entre la Iglesia y los nuevos Estados independientes (republicanos o monárquicos), las discusiones en torno a las diversas definiciones de la catolicidad de los nuevos Estados, las doctrinas galicanas, los primeros embates de un temprano liberalismo, los debates en torno al lugar de la Iglesia en la república. Abordaremos cada uno de estos temas, por cierto, profundamente interrelacionados, y trataremos de comparar sus diferentes interpretaciones en los contextos independentistas de cada Estado.

Pliego íntegro, en el nº 2.770 de Vida Nueva.

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