El Papa pide a los jóvenes que no tengan miedo al mundo ni al futuro

Una tormenta veraniega obliga a alterar la Vigilia de Cuatro Vientos

Un grupo de jóvenes saludan a Benedicto XVI

JOSÉ LORENZO | Una ingente multitud de jóvenes de todo el mundo, congregada en las instalaciones del aeródromo de Cuatro Vientos, que se han quedado pequeñas, estaba acogiendo como una brisa que refrescaba el sofocante ambiente (en ocasiones, cercano a los 40 grados de temperatura), las palabras que les dirigía Benedicto XVI en el acto central de su tercera jornada en la JMJ de Madrid, cuando una fuerte tormenta veraniega que descargó con fuerza sobre el lugar obligó a interrumpir la ceremonia.

En un principio, ni las rachas de viento y agua arredraron a los participantes ni a la organización. Los jóvenes enfrentaron la inclemencia del tiempo con cánticos en los que reafirmaban su fe, como reza el lema de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2011, y repetían a una naturaleza que parecía desatarse que “esta es la juventud del Papa”.

Pasado el mal rato, que el Papa aguantó con buena cara, protegido por varios paraguas de la lluvia que le llegaba directamente de frente, se reanudó el acto, aunque sufrió importantes variaciones en su guión: Benedicto XVI ya no siguió leyendo el discurso previsto; se dirigió a los jóvenes en inglés, francés, alemán, italiano, portugués y polaco y, tras revestirse con la capa pluvial, presidió la Adoración del Santísimo y bendijo a los jóvenes.

La tormenta se desató al comienzo de la celebración

Un discurso lleno de respuestas

Es de esperar que esta JMJ, que hasta el momento había estado discurriendo con gran brillantez, no sea recordada solamente por esta típica tormenta de verano. Sería una injusticia,  porque su discurso estaba lleno de sentido y respuestas a los jóvenes.

Y es que la ceremonia había comenzado con la presencia de varios jóvenes en el altar que le habían formulado de viva voz cuestiones que les inquietan, que son causa de su zozobra. Preguntas a bocajarro, que el Papa agradeció por su sinceridad, y que le hizo preguntarse a sí mismo, en las primeras líneas del texto que pudo leer: “¿Cómo puede ser un joven fiel a la fe cristiana y seguir aspirando a grandes ideales en la sociedad actual?”.

A continuación, se les respondía: pues “sabiendo que Dios nos ama”. “Esta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás. No somos fruto de la casualidad o de la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de Dios”.

Por eso, en el discurso se les invitaba, siguiendo el lema, a permanecer arraigados en la fe para así, “aun en medio de contrariedades y sufrimientos, la raíz del gozo y la alegría”. “La fe no se opone a vuestros ideales más altos, al contrario, los exalta y perfecciona”.

“No tengáis miedo”

Muy consciente de la incertidumbre en que vive instalada hoy la juventud en todo el mundo, el Papa les hubiera reconfortado con un “no tengáis miedo al mundo, ni al futuro ni a vuestra debilidad”. “El Señor –debería haber leído- os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra”.

El altar de Cuatro Vientos

Como ha hecho en otras ocasiones a lo largo de esta JMJ, el discurso pretendía infundirles nuevos ánimos, a sabiendas de que este mundo no ofrece hoy las mejores condiciones para la acogida de un mensaje de trascendencia como el que trae el Evangelio.

“Precisamente ahora, en que la cultura relativista dominante renuncia y desprecia la búsqueda de la verdad, que es la aspiración más alta del espíritu humano, debemos proponer con coraje y humildad el valor universal de Cristo”.

Para ello, les animaba a que “ninguna adversidad os paralice”, invitándoles a aprovechar esa vigilia de oración para descubrir la vocación a la que están llamados. Vocación que puede ser a través de la llamada al matrimonio, “en el que un hombre y una mujer, formando una sola carne, se realizan en una profunda vida de comunión”, o también siguiendo más de cerca de Cristo “en el sacerdocio o en la vida consagrada”.

“Permaneced en su amor como amigos”

Joseph Ratzinger también hubiese querido iluminarles en esa noche que acabó amenazante en cómo debía de descubrir cada uno de ellos “la forma de vida a que el Señor os llama. “Es indispensable permanecer en su amor como amigos”, frase que apoyó con una frase de santa Teresa de Jesús e su Libro de la vida: “Tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos que nos ama”.

Finalmente, en su discurso, el Papa les suplicaba a los jóvenes llegados de los cinco continentes, que rezasen por él. “Yo rezo con vosotros con toda el alma”. No pudo decírselo personalmente, pero todos los que estaban en Cuatro Vientos ya lo sabían.

La tormenta restó vistosidad a la ceremonia, es verdad, pero fue incapaz de alterar la alegría y, a la vez, el recogimiento con el que se vivió. Y que continuó a lo largo de la noche en vigilia, esperando que el sol volviese a brillar, al día siguiente, para la misa de clausura de esta JMJ, que algunos ya consideran la mejor de cuantas se han celebrado desde 1994.

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