Lorca, una Iglesia que lucha por seguir en pie

El terremoto en la localidad murciana, una llamada a la solidaridad

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | El domingo 15 de mayo era un día de fiesta en el que miles de niños recibían su primera comunión. Así sucedió en toda España. Salvo en Lorca. Del centenar de chavales que iban a vivir esa celebración en cualquiera de las trece iglesias de la ciudad murciana, solo siete pudieron hacerlo: en medio de la plaza de San José, bajo una carpa portátil y en un ambiente íntimo y recogido.

Y es que Lorca era (y seguirá siendo por un tiempo difícil de determinar) una ciudad aturdida, triste. Cuatro días antes, el miércoles 11, minutos antes de las siete de la tarde, dos terremotos, de 4,4 y 5,1 en la escala Richter, habían acabado con la vida de nueve personas (entre las que había un menor y dos embarazadas), producido decenas de heridos y afectado a un número importante de edificios. Durante varios días, tuvieron que pasar la noche al raso muchos de los más de 90.000 habitantes de la ciudad. Otros se habían ido a los pueblos de alrededor. Todos con la misma congoja e incertidumbre de saber cuál era el estado de sus hogares.

Testigo directo de los hechos, su pastor, el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes. Tras sentir en el Palacio Episcopal, en Murcia, el temblor del primer seísmo, no dudó en desplazarse inmediatamente a Lorca. En cuanto llegó, se encontró con el segundo impacto, el que verdaderamente ocasionó la tragedia.

Será muy difícil de olvidar lo que vi. Me rodeaban el desconcierto más absoluto, los rostros del nerviosismo, de la impotencia, de la incomprensión”, relata el prelado a Vida Nueva. “Entonces –prosigue–, lo único que podía hacer era escuchar, atender y prestar mi hombro para que la gente expresara los sentimientos que brotaban de su corazón”.

El obispo José Manuel Lorca Planes, testigo directo de la tragedia

El obispo, quien estuviera diez años de sacerdote en Lorca, se muestra “destrozado” por este “reto de la Naturaleza”. Así, aunque las circunstancias planteen un “debate entre la razón y la fe”, repite lo que les explicó a los familiares de las víctimas en el funeral que tuvo lugar el viernes 13, con la presencia de los Príncipes y el presidente del Gobierno, entre otras autoridades: “Son lógicas la desesperación, la angustia y el dolor. Pero hemos de buscar, con el tiempo, la respuesta a nuestras preguntas. Y esta está en Dios. Hemos de confiar en Él, buscando el sentido de la vida al que tantas veces hemos dado nuestro sí”.

Consciente de la dificultad de esta tarea, pide la ayuda de toda la comunidad cristiana. Y, muy especialmente, de los sacerdotes: “A ellos también les vi llorar, impotentes al ver los destrozos en las iglesias. Les acompaño y les pido que sean testigos de la presencia de Dios. Los edificios se pueden volver a levantar, pero hemos de recuperar a las personas tomadas por el miedo”.

Patrimonio destruido

Materialmente, el desastre ha sido devastador en el patrimonio eclesiástico. Como explica el vicario episcopal de Lorca, Francisco Fructuoso, tras la inspección, junto a un equipo de arquitectos, la conclusión fue clara: todas y cada una de las trece iglesias de la ciudad están dañadas. Hasta el punto de que permanecerán cerradas durante un tiempo indeterminado. Aunque, aclara, “todas serán rehabilitadas”. Para lo cual “será necesaria una inversión muy grande, en tiempo y en dinero”.

La diócesis tendrá que realizar un gran esfuerzo, pero esperan no hacerlo solos, ya que el centro de Lorca, en el que hay varios templos, está catalogado como Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico. De ahí que esperen la ayuda de las administraciones públicas y que no se impongan posibles “olvidos”: “Estamos en tiempo de crisis y de dificultades económicas… Por ahora, todo lo que ha llegado desde las instituciones son buenas intenciones. Esperemos que sea así dentro de un tiempo, cuando Lorca desaparezca de la primera línea mediática”.

De momento, una buena noticia ha llegado desde el sector privado: una empresa local de cementos ha anunciado que asumirá los costes de la rehabilitación de la iglesia de Santiago, cuyo crucero quedó totalmente derruido.

La prioridad, como señala Fructuoso, es “la atención de los fieles Para ello, “cada párroco, contando con nuestra coordinación, busca en los alrededores de su iglesia el lugar en el que celebrar la misa. Por suerte, muchos salones parroquiales permanecen sin daños. Donde no es así, la idea es que las ceremonias tengan lugar en los propios barrios”., continuando con las celebraciones eucarísticas y con las distintas actividades pastorales”.

SOLIDARIDAD CON LORCA: Cáritas: 0049 1892 62 2110547428 | Diócesis de Cartagena: 2043 0090 38 2000560158

En el número 2.754 de Vida Nueva (reportaje completo para suscriptores).

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