¿Qué huella dejará la visita en Galicia?

(José Ramón Amor Pan– Corresponsal) Hasta la climatología se rindió ante Benedicto XVI y la densa niebla con la que amaneció el 6 de noviembre la ciudad del Apóstol se fue disipando a lo largo de la mañana. Las previsiones meteorológicas se cumplieron a la perfección. Las que no se cumplieron –ni de lejos– fueron las relativas a asistentes.

Susana Doval

A tenor de los acentos que se pudieron escuchar a lo largo de la jornada por el casco histórico compostelano, los que faltaron a la cita con el Papa fueron, mayoritariamente, los propios gallegos. Algo que, por otra parte, ya había sucedido en similar medida en la Jornada Mundial de la Juventud de 1989. Y si los gallegos no acudieron en masa a mostrar públicamente su cercanía y adhesión al Pontífice en un momento tan importante de la vida eclesial fue, básicamente, porque no fueron movilizados por sus párrocos, como indicaban a Vida Nueva dos de los sacerdotes que sí habían acudido a la cita con una nutrida representación de sus comunidades; un hecho que debería propiciar la reflexión, porque el pasotismo o la indiferencia intraeclesial es la peor enfermedad que puede afectar a la comunidad católica. A Susana Doval, una de los 500 jóvenes que integraron el servicio de orden, este hecho le provoca “dolor esperanzado porque no eran todos los que estaban (confiemos en que el Señor abra su corazón) y frustración porque no estaban todos los que eran (si la sal se vuelve sosa, ¿quién salará al mundo?)”.

“Quedará poso de este encuentro pastoral con Benedicto XVI en la medida en que cada uno de los miles de fieles que hemos participado en él, de una u otra manera, seamos presencia de Cristo en medio de los hombres; confesemos nuestra fe con coherencia y alegría, dando testimonio claro y valiente del Evangelio; y sigamos manteniendo, con generosidad, las instituciones de caridad y promoción humana, tal y como nos pidió el Papa en su discurso en la catedral”, nos dice esta joven profesora de Religión en un centro público coruñés. En este mismo sentido, Javier Porro, delegado de Pastoral de Infancia y Juventud de la archidiócesis compostelana, subraya cómo desde el primer momento pusieron el acento en que la preparación de los voluntarios tenía que ser integral, abordando los siguientes aspectos: espiritual, intelectual y logístico. “Y con igual fuerza estamos intentando que los voluntarios se organicen en sus lugares de origen para seguir reuniéndose y profundizando en las intervenciones y discursos, tanto del Papa como del arzobispo de Santiago. En concreto, ya hemos convocado una quedada post-6-N el próximo 7 de diciembre. Esa tarde [antes de la Celebración Penitencial y de la Eucaristía de la Vigilia de la Inmaculada] tendremos un encuentro-tertulia de don Julián Barrio con todos los jóvenes en el que intervendrán activamente varios voluntarios compartiendo sus experiencias del 6-N. Un actividad que servirá también como preparación para recibir la Cruz de los Jóvenes a partir del 28 de diciembre y llevarla, con la implicación de muchos de estos voluntarios del 6-N y de la PEJ, a todos los rincones de nuestra Archidiócesis”.

Mª Luisa Fociños

A sor María Luisa Fociños le embarga la sensación de haber vivido una jornada muy por encima de la tierra que pisa cada día. “Son muchos los sentimientos que se pueden transmitir, pero sólo deseo subrayar que cuando me vi mirada de cerca por el Santo Padre, a la vez que le besé la mano, me pareció oír la voz de Dios que, como al paralítico del que nos habla el Evangelio, me decía: Levántate y anda… Tuve la dicha de acompañar en la catedral –junto con algunas hermanas de comunidad– a dos ancianos de los casi 200 que tenemos en nuestra Residencia de Betanzos, que anhelaban ver al Papa. Sus palabras los han confortado de tal forma que sus achaques y dolores durante todo el día no los han percibido porque era mayor la paz, la gratitud y, sobre todo, la fe y el amor, junto también con algunas lágrimas de emoción”.

Interrogada por los beneficios pastorales que la visita puede traer consigo, esta Hermanita de los Ancianos Desamparados afirma: “La visita del Santo Padre ha sembrado copiosamente en nuestra tierra de Galicia y en toda Europa la semilla de la fe, la esperanza y el amor, con la fuerza del evangelizador que verdaderamente está enamorado de Dios y de todos los hombres, especialmente de los pobres, los que sufren y los alejados del verdadero camino que lleva a la Vida. Ahora nos toca a nosotros meditar, interiorizar y poner en práctica tan valiosas enseñanzas. Y quedó subrayado que los fieles españoles somos generosos con los pobres, que no somos una comunidad encerrada en sí misma o meramente espiritualista sino que, a través de múltiples instituciones, salimos al encuentro de los desheredados de este mundo, algo que se está viendo en la actual crisis económica. Era necesario que alguien lo dijese, y nadie mejor que el Papa”.

Unido a lo anterior, otro aspecto que queda de la estancia del Papa es la llamada que hizo a lo esencial en la vida y en la vivencia del cristianismo, como certeramente señala Susana Doval. En este sentido, esta joven subraya como uno de los pasajes fundamentales de la homilía durante la misa en la Plaza del Obradoiro es aquél en el que el Papa se refiere a la actitud de servicio: “Para los discípulos que quieren seguir e imitar a Cristo, el servir a los hermanos ya no es una mera opción, sino parte esencial de su ser. Un servicio que no se mide por los criterios mundanos de lo inmediato, lo material y vistoso, sino porque hace presente el amor de Dios a todos los hombres y en todas sus dimensiones, y da testimonio de Él, incluso con los gestos más sencillos (…). Y quisiera que este mensaje llegara sobre todo a los jóvenes: precisamente a vosotros, este contenido esencial del Evangelio os indica la vía para que, renunciando a un modo de pensar egoísta, de cortos alcances, como tantas veces os proponen, y asumiendo el de Jesús, podáis realizaros plenamente y ser semilla de esperanza”. Nos queda como petición y como mandato, también como espejo en el que mirarnos.

Por último, y no menos importante, como apunta Mario Vázquez Carballo, vicario de Educación y para la Pastoral Universitaria de Lugo, “queda esa pregunta que formuló Benedicto XVI acerca de la aportación específica y fundamental de la Iglesia a esa Europa que ha recorrido en el último medio siglo un camino hacia nuevas configuraciones y proyectos en los que parece no tener cabida Dios, un asunto sobre el que es muy importante tomar conciencia en este momento”.

En el nº 2.729 de Vida Nueva.

Número Especial de Vida Nueva

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