Acercarse a Jesús desde el corazón

Un nuevo libro devuelve a la Biblia su propia voz sobre el Hijo de Dios

Libro-Jesús(Dolores Aleixandre, rscj) Son 1.550.835 caracteres; 365 páginas. Al ver a pie de pantalla las dimensiones del libro de Klaus Berger, mi primera reacción fue pensar: los de la editorial Sal Terrae se han vuelto locos. Con la que está cayendo en la edición de libros religiosos, ¿cómo emprenden la aventura de publicar otro libro que lleve por título Jesús, cuando en la memoria de todos están el de Benedicto XVI y el de J. A. Pagola, quizá sin acabar de leer para algunos? Y encima éste bastante más voluminoso que los otros dos, y de un autor alemán casi desconocido aquí, con sólo otro libro suyo traducido al castellano, también en Sal Terrae: ¿Qué es espiritualidad bíblica? Fuentes de la mística cristiana (2001).

Libro-Jesús-2

Klaus Berger

Klaus Berger

Ahora que ya he acabado su lectura, mucho antes de lo que pensaba porque lo he leído “sin aliento”, creo que ya sé por qué se han decidido a publicarlo y, si yo fuera la directora de la editorial, también correría el riesgo de hacerlo: es un gran servicio poner a nuestro alcance este libro “bipolar”, que resulta a la vez atrayente e incómodo, apasionado y crítico, combativo e iluminador y cuyo autor aparece, a veces, como un profesor de exégesis atraído por la mística y, otras, como un místico que domina exégesis. Contemplata tradere, transmitir lo meditado, constituye mi existencia como biblista”, reconoce el autor, y por eso hace constantes referencias a la experiencia religiosa en el judaísmo veterotestamentario y a la tradición monástica de la Iglesia antigua y el Medievo, que tienen en común la orientación mística en el sentido más amplio del término.

Se dirige a gente de hoy para decirles qué es lo que tienen de Jesús y dar una respuesta a quienes se preguntan si posee Él todavía hoy alguna importancia para ellos. Evita toda jerga teológica, habla de forma sencilla, clara y sin rodeos, recurre a formulaciones ágiles y sorprendentes, intentando que el texto esté al alcance de cristianos y no cristianos, especialistas y legos, personas creyentes y no tan creyentes. Contribuye a ello el excelente trabajo del traductor, que ha conseguido una gran fluidez de lenguaje y acierta en el empleo de los giros y de expresiones coloquiales.

¿Qué pretende?

  • BibliaOfrecer un modelo alternativo de acercamiento a Jesús a través de los textos bíblicos, sin esquivar nada de lo que tienen de perturbador.
  • Fundamentar una “hermenéutica de lo extraño”, a partir de la convicción de que la imagen de Jesús que presenta supone un cambio: “A Jesús no es posible entenderlo sólo con la cabeza: quien quiera saber algo de él debe lanzarse al congenial modo de conocimiento de la mística”.
  • Rescatar la fuerza que tienen los textos de Jesús y sobre Jesús que, más que una llamada a la voluntad humana, tocan la capacidad amorosa y el anhelo del corazón.
  • Exponerse al texto: “Dejarme leer por él, hacer hablar a sus propias reglas, escuchar el texto mismo, esforzarme por no sofocarlo con sistemas de reglas aportados por mí y que no podían sino serle ajenos”.
  • Alejar de él cualquier filtro filosófico-hermenéutico, todo ­patrón psicológico, toda hipótesis sociológica o teórico-religiosa, porque estos sistemas de reglas no revelan nada acerca del texto, pero delatan todo sobre la perplejidad de los intérpretes.
  • Plantear preguntas totalmente imposibles, acientíficas e ingenuas, realmente molestas para muchos: ¿se puede aprender a orar junto a Jesús? ¿Cómo se llega a ser feliz con Él? ¿Hasta qué punto hay que entender al pie de la letra lo que dice? ¿Es posible morir con Él? ¿Es Jesús “la verdad”?

Critica con vehemencia lo que considera “el empequeñecimiento de Jesús”, retocado a discreción y moldeado según la moda a merced de quienes “hablan de la Biblia como de un paraíso cuya llave les pertenece en exclusiva”. Unos adoptan la costumbre de citar a Jesús como a un acusado ante el tribunal de la razón crítica para valorar sus coartadas históricas; otros le cargan con significados que a Él probablemente le habrían sorprendido, lo instrumentalizan con intención política o lo reinterpretan como esfinge psicológica.

  • Se opone a los teólogos racionalistas, que han hecho todo lo posible por adaptar el mensaje (“por entero razonable, afirmador de la vida y el mundo”), así como al populismo neo-ilustrado, que “despoja a Jesús de toda referencia mística, lo retrata como un hombre bueno, heraldo del humanitarismo y la filantropía tolerante y, recauchutado de esta manera, lo ofrece de nuevo a un público secular que aplaude en señal de aprobación”.
  • Biblia-2Considera un grave error extraer la imagen de Jesús exclusivamente de una parte de los sinópticos, prescindiendo del evangelio de Juan. A partir de ahí, se cuestiona la autenticidad de muchos otros dichos de Jesús, se califican de legendarios textos que podían causar una penosa impresión a sus contemporáneos ilustrados y se responsabiliza a la comunidad pospascual de haber convertido a Jesús en una suerte de Dios. Por eso polemiza con los términos ya habituales de “fe pascual” y “pospascual”, así como los criterios que, supuestamente, posibilitarían discernir los dichos auténticos de Jesús de los no auténticos: “¿Qué se hace luego con los ‘auténticos’? ¿Existen entonces dichos de Jesús de primera y segunda clase? ¿Y quién decide al respecto? ¿Los eliminamos de la Biblia?”.
  • Rebate con rotundidad el intento de ajustar los textos hasta el punto de tornarlos irreconocibles para obtener lo que se deseaba extraer de ellos: el hombre absolutamente bueno, el humanista, el ídolo de la tolerancia, el precursor de la filantropía: todo eso podría serlo Jesús sin necesidad de Dios. Porque si se excluye al Espíritu Santo “por razones metodológicas”, se bloquea de antemano el acceso a la Trinidad y el significado de Jesús en el horizonte de la relación con Dios. “A Jesús se le permite ser aquellos aspectos de él que tienen buena acogida y cada cual se crea a discreción su propia imagen de Jesús, eliminando de él todo lo extraño, escarpado, escandaloso, incómodo, incomprensible y místico, hasta que de él no queda más que un ejemplo moral de carácter genérico: un ‘Jesús de libro de texto’ lánguido y de papel, que resulta indiferente al noventa y nueve por ciento de los jóvenes”.
  • Disiente de los que pretenden conocer a Jesús partiendo de términos de comparación ya existentes y comprenderlo bajo el tácito supuesto de que Él podía ser esto o aquello, pero no lo “incomparable”, lo que se sustrae a toda posible analogía y, para ello, se elimina a fuerza de interpretaciones todo lo que de Él resulta inquietante y que es lo que tiene que ver con la presencia real de Dios entre nosotros. Cuando “lo que es auténticamente cautivador, el verdadero y real motivo de los relatos sobre Jesús es que en ellos se trata del Dios inaprehensible, incomprensible, misterioso”.
  • Denuncia como una peligrosa amenaza el que la Iglesia se deje acaparar de forma conciliadora y pacífica por la sociedad como por “los simpáticos vecinos de al lado”, y sean sólo el sentido común y la normalidad del ciudadano medio las normas para establecer qué pasajes bíblicos hay que leer o dejar de leer, aunque para ello haya que “alisar ideológicamente los evangelios, banalizando la imagen de Dios que en ellos se transparenta”. “Una gran parte de los transmisores profesionales de la fe –ministros, teólogos, catequistas, profesores de religión…– divulga en la actualidad una imagen de Dios alarmantemente trivial, una especie de ‘muro de goma del perdón universal’. Y aunque Jesús no fue ningún maestro de moral, sí era un maestro que situaba en el contexto de Dios las concretas acciones básicas del ser humano”.
  • Se distancia tanto del racionalismo posconciliar como del fundamentalismo neocatólico, convencido de que “a Jesús, más que de sus enemigos, habría que protegerlo de sus amigos”.

Qué propone

JesúsEl libro, que no pretende ser sistemático (no hay más que ver el índice), gira en torno a una serie de convicciones expuestas con atrevimiento y vigor:

  • Devolver a la Biblia su propia voz a partir de una hermenéutica de lo extraño, sin eliminar lo inquietante de sus diversos relatos, sino preguntándose por la contribución que los textos pueden hacer hoy día desde sí mismos, dónde radica su importancia y en qué pueden enriquecernos, revelarnos nuevos aspectos y mover de verdad al cristianismo. Hay que partir de la alteridad de los textos: cuanto más ajeno le resulte a nuestra época, tanto más escandaloso, provocador y, a la postre, eficiente y elocuente puede resultar para nosotros. Porque no somos nosotros quienes sometemos el texto a crítica y lo amoldamos a nuestras necesidades, sino que el texto nos somete a crítica a nosotros. La Biblia es un libro extraño y tiene que parecernos insólita; de lo contrario, carecería de fuerza. No contiene los derechos humanos, sino que habla del derecho de Dios sobre las personas, y esta alteridad es una provocadora riqueza que nos permite percatarnos de lo que nos falta. No podemos, por tanto, usarla como florilegio para enriquecimiento místico de teorías de ayuda existencial en boga, ni como cantera para proposiciones de fe: “Debe volver a ser sorprendente, perturbadora, inmanejable, inútil desde el punto de vista teórico, inservible. La verdad de la Biblia es la clase de verdad que aflora en una historia de amor. En una historia de amor, uno dice: ‘Esta mujer o ninguna’. De modo análogo, en la Biblia se trata de este Dios o de ninguno. De este Jesucristo o de ninguno”.
  • No huir de sus “textos impopulares”, aquéllos en los que aparecen ángeles, demonios o milagros “imponentes”, no explicables de modo naturalista; cualquier intervención de Dios en el mundo; la resurrección y el regreso de Jesucristo; todos los textos evangélicos “fundacionales de la Iglesia”… No hay que intentar arreglar nada para explicar de algún modo los relatos y hacerlos comprensibles para el entendimiento. “No son las historias –escribe K. Berger–  lo que debería ser aminorado, sino que nosotros mismos deberíamos empequeñecernos delante de los relatos: eso es lo que se llama humildad”. Lo cual no significa que debamos dejar la razón a la puerta de la iglesia, sino más bien introducirla con nosotros y, una vez dentro, reconocer sus límites. “¡Si ya un ‘gran amor’ entre personas escapa a nuestra comprensión, cuánto más el encuentro con Dios!”. Quien reduce estos relatos a lo soportable les hurta su referencia a Dios: en ellos sale a nuestro encuentro el Dios grande e incomprensible y sólo nos resta el asombro. “Más allá de su significado simbólico, son confrontación y encuentro con el incomprensible poder de Dios”.
  • Visitar “la habitación de la mística”: la realidad es una casa con varias habitaciones comunicadas entre sí: la de las ciencias exactas, la de la sabiduría y valores, la del arte y la de la mística, entendida como lo oculto, lo invisible, lo no evidente para el entendimiento. Decir mística no es hacer referencia a algo privado, enfermizo o subjetivo, sino aceptarla como una dimensión autónoma de la realidad hacia la que cada vez conducen más y más veredas yuxtapuestas. La transfiguración y la resurrección de Jesús, la anunciación a María y las visiones apocalípticas de Jesús no son entonces fenómenos marginales, sino que pasan a ocupar un lugar central.

¿Qué consigue?

Biblia-3Aunque no se esté de acuerdo con todas las afirmaciones del libro, una de sus convicciones se queda grabada en el lector: no dejar perder en la propia vida vivida el contacto con el camino vital de Jesús.

Si, según W. Benjamin, la interrupción de lo eternamente idéntico es la puerta por la que puede entrar el Mesías, el apasionamiento y originalidad de K. Berger al presentar a Jesús interrumpe lo eternamente idéntico. Ojalá abra para muchos una puerta que le permita entrar.

daleixandre@vidanueva.es

En el nº 2.686 de Vida Nueva.

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